La casa de la esperanza

En su tercera película, Angela Workman adapta el libro de Diane Ackerman en el que se recogen las memorias de Antonina Zabinska, la esposa del director del zoo de Varsovia en los años de la II Guerra Mundial. El equipo del film ha contado con el asesoramiento de los hijos del matrimonio, en esta apuesta de la directora de Whale rider y En tierra de hombres. En este sentido, como en sus obras anteriores, Niki Caro abunda en el protagonismo femenino en la historia.

A pesar del buen material de que disponían como punto de partida, el guión se entrega a la fuerza del hecho real (una especie de lista de Schindler) y al carisma de los actores, mientras olvida que la emoción en una película no nace tanto de ambos aspectos sino de una sabia organización narrativa.

De esto carece La casa de la esperanza, en cuyo hábitat se suceden las desgracias protagonizadas por personajes torpemente radicalizados. Los buenos son planamente buenos y los malos planamente malos y, todos ellos, obligados a hablar en inglés con acento germano o polaco. Por culpa de esta estrategia, hasta una actriz del calibre de Jessica Chastain puede hacerse cargante.

Una pena: una oportunidad desaprovechada, pues en la valentía de los protagonistas reales había mucho que aprender.

Firma: Lourdes Domingo