Abracadabra

Esta divertida y sencilla película –creada por el director de aquella Blancanieves que tanto rompió en 2012– es un mix entre el Escorpión de Jade y el Milagro de P. Tinto. En su inicio nos vamos con Woody Allen y, a medida que se va liando la historia, cruzamos la frontera del absurdo, esa que lleva a la risa, y que Berger reviste de chillones coloridos y de casposos pero simpáticos personajes.

Es un viaje al centro de un kitsch made in Carabanchel que se aleja de la procacidad de los hermanos Fesser para ofrecernos una comedia en la que sus actores pesan más que el guión. La trama es consistente, poco previsible y ágil pero el reparto que da vida a los protagonistas nos tiene en vilo. Porque esperamos a Mota y nos presentan a un aprendiz de hipnotizador, esperamos al gran Pou y encontramos a un maestro hipnólogo, esperamos a Verdú y tenemos a una ama de casa que suspira por un marido execrable. Esperamos más. Y no es que sea una mala comedia, simplemente que, ante tanto talento reunido y con un menú tan apetitoso, acabamos quedándonos con hambre.

Firma: Anna Puigarnau