Asesinato en el Orient Express (2017)

Cuando una película dirigida y protagonizada por Kenneth Branagh se estrena el primer impulso es correr hacia la taquilla. Si además los secundarios son todos ellos estrellas absolutas, incluso nos podemos pegar el lujo de llegar en taxi al cine. Y es que eso es lo que nos ofrece Branagh: un lujo.

La producción es elegante, calculada en todos sus planos, perfecta ambientación, espectacular y preciosista en los detalles. Un despliegue de recursos único que recrea de forma muy clásica el glamour de los años 30.

El director está brillante calzando los bigotes de Poirot, pero resulta tan inmenso que queda poco espacio para el resto de personajes, quedando a la sombra del gran detective. No es que su actuación se coma el reparto, es sólo que el guión no permite el desarrollo de los secundarios, algo que no ocurre en la fantástica versión de Sidney Lumet estrenada en 1974. Y no aprovechar la calidad que ofrecen los créditos es de locos.
A pesar de este detalle, es importante revisitar este clásico del cine de suspense en una versión actual y políticamente correcta de la novela más famosa de Agatha Christie.

Firma: Anna Puigarnau