Educar con el deporte y el cine, un análisis

La noche del 24 de diciembre de 1941, pocos meses después del inicio de la Gran Guerra, las topas atrincheradas a pocos quilómetros de la ciudad belga de Ypres fueron testigos de un asombroso acontecimiento: un espontáneo intercambio de villancicos y felicitaciones entre bandos acabó derivando en una pequeña tregua para celebrar la Navidad y recoger los cuerpos de los caídos en el campo de batalla. Soldados de ambos ejércitos salieron ese día a tierra de nadie y confraternizaron durante unas horas compartiendo bebida, alimento, tabaco y conversación. كيف تربح في الروليت

Ejercicio en paz, en tiempos de guerra

Las radios militares no tardaron en hacer eco de este suceso y, al poco rato, la noticia se había propagado por diversos puntos del frente. Fueron varios los lugares que siguieron el ejemplo de Ypres, y esta tregua extraoficial se extendió a distintas zonas de combate. En algunos emplazamientos, el alto el fuego se alargó durante el día siguiente, tal y como ocurrió cerca de la ciudad de Armentières, donde por la mañana, según las cartas de un miliciano del ejército alemán, apareció un soldado escocés con un balón entre las manos y miembros de uno y otro bando improvisaron un partido de fútbol sobre el terreno endurecido por el hielo del invierno. Durante unos minutos, el deporte fue partícipe de esta inmensa muestra de virtud del alma humana.

Análisis Felis Navidad

Es imposible obviar que las razones de este milagroso suceso, que en el año 2005 inspiró la emotiva producción francesa Feliz Navidad, trascienden sobremanera a cualquier lectura deportiva. Sin embargo, el simple hecho de que un grupo de hombres, que habían luchado a muerte por unos pocos metros de territorio, encontraran un pequeño reducto de paz en el placer de dar cuatro patadas a un balón constituye, por sí mismo, una de las más admirables muestras de unión y humanidad que el deporte ha ofrecido a lo largo de la historia. Y es que ni siquiera la desconfianza en el tópico más manido es capaz de esconder que el deporte es una inagotable fuente de valores.

Practicar valores deportivos en una película

Ejemplos no faltan: su historia ha sido escrita por grandes campeones que llevaban a cuestas toda una vida de superación, exigencia, lucha, constancia, ambición y esperanza. Pero no es necesario competir en la élite para descubrir esta dimensión esencial del deporte. Todo aquel que se haya enfrentado a cualquier tipo de disciplina deportiva, incluso al más amateur de los niveles, ha sido susceptible de comprobar cómo la exigencia y la pasión que pueden llegar a generar son capaces de hacer aflorar las virtudes más ocultas con una naturalidad y consistencia inéditas en otros ámbitos de la vida.

Desde siempre, el cine ha recibido con devoción todo tipo de relatos que ligaran sustancialmente la práctica deportiva a la educación moral del hombre, convirtiéndose, de esta forma, en vehículo de transmisión de valores inevitablemente vinculados al éxito más auténtico y genuino del deporte: el nacimiento y forja de la virtud. Así ha sido desde aquellos tiempos en los que el escuálido Buster Keaton no renunciaba competir en los pesos pesados para conquistar el favor de su amada en El boxeador, hasta el sacrificado y heroico regreso a la competición de Bethany Hamilton (la joven surfista que perdió el brazo izquierdo tras el ataque de un tiburón) en Soul Surfer.

Análisis Soul Surfer

Más de ochenta años de cine y una interminable lista de películas separan ambas producciones y definen los límites de un género que encuentra en Carros de fuego su título más emblemático. La historia de fe y superación de dos jóvenes atletas que, en los Juegos de París de 1924, alcanzaron el triunfo empujados por creencias tan diferentes como profundas se ha convertido en el más honesto de los himnos al espíritu olímpico y a la identificación de excelencia humana y deportiva.

Los films más recientes que unen superación física y moral

Mucho más fresca se conserva en la memoria del espectador Invictus, la inspiradora cinta que Clint Eastwood dedicó a Nelson Mandela, y en la que el maestro exponía a través del rugby los principios de la conciliadora actitud política del líder sudafricano. Los valores de un deporte noble y de equipo quedaban aquí convertidos en símbolo de redención colectiva y en las bases de refundación de un país necesitado de la cicatrización de las heridas abiertas por el apartheid.

Uno de los retratos más maduros que el cine ha ofrecido sobre el deporte es Moneyball, que penetra, de forma implacable, en las entrañas del béisbol para abordar la capacidad de reinvención y la búsqueda de nuevos caminos hacia el éxito de un hombre destinado a ser vencido. El personaje interpretado por Brad Pitt experimenta en ella la amargura de una derrota que lo empuja a una necesaria y profunda revisión de la naturaleza y significado de la victoria.

Análisis Moneyball

La relación de títulos destacables por la amplitud de su identificación entre la práctica deportiva y el crecimiento personal encuentra sólo un pequeño punto de partida en los ejemplos anteriores. كازينو آنلاين La lista es inabarcable, y en ella hay lugar para la fortaleza y resistencia de Cinderella man; para el espíritu de equipo y la convivencia racial de Titanes, hicieron historia; para la constancia y optimismo de Seabiscuit en plena Depresión; para las exigencias académicas de Coach Carter; o para el poder de integración social del deporte de Me llaman Radio.

Todas ellas descubren un referente histórico que remite a la autenticidad del desarrollo humano a través de la práctica deportiva. العاب مراهنات Este sentido veraz y realista de las consecuencias del deporte ha hecho que algunas de las más extraordinarias virtudes que el deporte ha transmitido en pantalla no hayan necesitado el filtro de la ficción. Así, Senna repasa a modo de documental las luchas del campeón brasileño y su compromiso con su fe y su país, y Hermanos y enemigos ofrece un imprescindible relato de perdón y amistad en el que Vlade Divac recuerda la ruptura de su relación con el desaparecido Drazen Petrovic cuando la guerra de los Balcanes dividió Yugoslavia.

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Sea como sea, la Historia, el cine y la propia experiencia no dejarán nunca de ofrecer alentadores modelos de virtud deportiva, relatos de “hombres con esperanza en sus corazones y alas en los pies” dispuestos a señalar la senda de un triunfo que suele encontrarse en un lugar más elevado que lo alto de un podio.

Firma: Juan Xipell