Apps y peques

Los menores y la mensajería instantánea anónima

Las aplicaciones de mensajería para smartphones han encontrado en el público adolescente un filón de oro. Más allá de WhatsApp y del Messenger de Facebook, se han creado nuevas aplicaciones con elementos que suponen un posible riesgo en caso de uso indebido, dejando a un lado que estas herramientas no son para menores y sus propias cláusulas legales así lo indican. Pero lo cierto es que esas nuevas aplicaciones aportan un toque diferenciador como el uso de stickers (pegatinas virtuales que se superponen a las fotografías) o funcionalidades que resultan divertidas para los jóvenes.

La más común

Snapchat es la que se ha popularizado más entre los jóvenes. Más de la mitad de sus usuarios tienen entre 13 y 17 años, aunque hay menores de 13 años que también acceden (no a la versión infantil SnapKidz, adaptada para menores con la que únicamente pueden capturar imágenes, dibujos, añadir subtítulos y guardarlos, pero no enviarlos, obviando así su componente social).

Su principal reclamo es que permite enviar fotos y vídeos que se auto-eliminan pasados unos segundos. El problema es, precisamente, esta falsa apariencia de seguridad y privacidad, ya que cualquier archivo que envíen supone perder el control. De hecho, se pueden hacer capturas de pantalla antes de que se borre y existen aplicaciones que inhabilitan el borrado automático sin que el usuario que lo envía se dé cuenta. Fruto de ello, son muchos los adolescentes que caen en la trampa y mandan fotos inapropiadas o comprometidas, con lo que dan lugar a conductas de riesgo como el sexting y el ciberbullying.

Es importante remarcar lo que los creadores de la aplicación añaden al final en letra pequeña: “aunque las imágenes, en teoría, se borren del servidor de Snapchat cada 24 horas, no se puede controlar lo que la gente hace con ellas”. No hay manera de asegurar que los usuarios con los que se comparte un vídeo o una foto no realicen una captura ni distribuyan por su cuenta las imágenes.

Anonimato al 100%

Kik Messenger es otro servicio de mensajería instantánea que, sobre todo en EE.UU., se ha popularizado entre los más jóvenes (un 40% de usuarios adolescentes aunque su aviso legal dice que es para +18). En España se empieza a propagar y, de hecho, ya ha habido algún caso de acoso sexual y de grooming mediante esta herramienta.

Su principal característica es que no requiere ningún número de teléfono asociado a la cuenta, solo hace falta un nombre de usuario que puede ser inventado y una cuenta de correo. Todo ello hace que se combinen las funcionalidades propias de estas herramientas con el anonimato y la falta de seguridad. Evidentemente, la app se ha llenado de perfiles falsos de adultos que se hacen pasar por menores y de criminales que tratan de engañar a los usuarios con spam y estafas. Otra amenaza son los grupos de captación. En Google se encuentran fácilmente pues hay infinidad de resultados con entradas a foros que buscan chicos jóvenes y menores con mensajes y reclamos sexuales.

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Existen otras herramientas cuyo uso no es tan extenso pero que igualmente son utilizadas por me-nores: Burn Note, Telegram o el propio Skype, que algunos lo utilizan, incluso, para organizar partidas online

Para los más pequeños

Además de la ya mencionada SnapKidz (versión adaptada de Snapchat), Monster Messenger es una aplicación gratuita, sin publicidad ni compras integradas, que adapta las funcionalidades propias de los servicios de mensajería instantánea de forma segura para los más pequeños.

Proporciona un espacio privado para que los menores conversen sin que los padres tengan acceso, algo chocante pero necesario para desmarcarse de otras herramientas intrusivas. En cambio, los padres sí pueden aceptar y gestionar los contactos de sus hijos. El diseño es infantil y divertido, con funcionalidades bastante completas, que dan la libertad de poder utilizarlas sin restricciones. Y, si se da el caso, los menores pueden reportar contenido inapropiado.

¡Atención, padres!

Es necesario que los padres conozcan estas herramientas, y sean claros a la hora de transmitir a sus hijos la importancia de nunca enviar ni publicar fotos que los puedan comprometer, ni siquiera en entornos que consideren seguros o privados. Del mismo modo, deberían interesarse por conocer las amistades con las que se comunican y pro-curar que no contacten con extraños o que eviten situaciones de riesgo, así como establecer ciertas normas o límites de uso.

Muchos padres no saben cómo gestionar un uso excesivo y esto ocasiona problemas tanto en casa como distracciones en el ámbito escolar. Por otro lado, hay demasiados engaños que van orientados a conseguir el número de teléfono o la cuenta de mensajería, por ejemplo con trucos para juegos o reclamos diversos.

La mayoría de menores querrán utilizar alguna de estas herramientas animados por otros compañeros o amigos, por lo que los padres deben revisar las aplicaciones utilizadas por los hijos (procurando minimizar los riesgos) y en este caso extremar precauciones. Y este que algunos menores no instalan la aplicación directamente para evitar que los padres o los programas de control parental lo detecten y acceden desde cuentas en la nube sin dejar rastro en el dispositivo.