13 asesinos

Análisis

Para las películas de samuráis ambientadas en el Japón feudal –conocidas popularmente como jidaigeki– hay un momento clave en la historia del cine: los años 50 y 60. Muchas de las perlas que atesora este subgénero de acción –Yojimbo, Seppuku, Samurai– nacieron durante estas décadas. Luego, las artes marciales y Bruce Lee enfebrecieron al público durante los 70. La katana seguía en activo, pero la auténtica imagen del samurai –espadachín medieval regido por un código que exige honor y lealtad hasta la muerte– quedó difuminada por filmes de época y estética contemporáneas. Cosa distinta sucede en la nueva película de Takashi Miike, autor de relatos ultra-violentos de terror y yakuzas, que ahora firma una película sobre el clásico samurai. Se trata de un remake respetuoso y homónimo de 13 asesinos (Eichi Kudo, 1963).

El guión, ambientado en el Japón feudal y con los tres actos muy delimitados –decisión respecto a un problema, selección y entrenamiento de un grupo y apoteósica batalla final–, recuerda mucho al de Los siete samuráis (Akira Kurosawa, 1954): obra maestra del séptimo arte. Pero el tratamiento de la violencia es diametralmente distinto. Kurosawa muestra masacres, pero con un blanco y negro que otorga sobriedad al asunto. Sólo ralentiza un poco la acción en un momento puntual de su película. Por el contrario, Miike, director de la terrorífica y surrealista Visitor Q (2001), no llega a ser tan dionisíaco como Tarantino, pero deja a un lado el humanismo para ser explícito y abrumador a la hora de mostrar enfrentamientos y dolor. Sus imágenes, muy cuidadas, impactan al espectador y sedimentan en la memoria.

Por su parte, los trece espadachines unidos contra la injusticia y la crueldad –muchos de ellos mal dibujados y sin aristas– acaban enfrentándose a un pequeño ejército durante un dilatado enfrentamiento final que, por lo increíble y encarnizado que es, tiene más de Los mercenarios (Sylvester Stallone, 2010) y de épica hiperbólica de superhéroes, que de fiel remake de un jidaigeki.

Takashi Miike ha pergeñado un film de acción a lo grande con pinceladas de humor negro. Ni emociona ni aburre. Su guión es esquemático y su dibujo de personajes, maniqueo. Pero el cineasta nipón ha troquelado su particular sello en un producto que complace al fanático de la acción en pantalla y dispone de un magnífico diseño de producción que fue premiado en la última edición del Festival de Sitges.

Firma: Carles M. Agenjo

ficha técnica

Director: Takashi Miike

Guionistas: Daisuke Tengan, Takashi Miike

Intérpretes: Sosuke Takaoka, Takayuki Yamada, Tsuyoshi Ihara, Yusuke Iseya

Género: -

País: Japón

Fecha estreno: 12/08/2011

Lenguaje: Coloquial

Público

+18 años

Valoración

Contenido

Humor

Acción

Violencia

Sexo

Nos encontramos a finales de la era Edo (1600-1868). Corren tiempos difíciles para un samurai cada vez más decadente. El que ya no sirve a nadie, el que ya no es necesario, se convierte en ronin, en samurai sin amo, en espadachín freelance. Mientras, el sádico y perturbado hermano del shogun, Lord Naritsugu, llega al poder y está a punto de desatar el caos en el país. Un honrado oficial tratará de impedírselo contratando a un importante samurai llamado Shinzaemon, para que reúna a un grupo de expertos en el arte de la espada y acabe con la vida de Naritsugu.

Título original: Jûsan-nin no shikaku

País: Japón

Duración: 141'

Fecha producción: 2010

Distribuidora: -

Color: Color

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