La bella y la Bestia (2017)

Crítica La bella y la Bestia (2017)

Análisis

Arriesgado remake que consigue reforzar la primera versión del clásico de Disney gracias a las posibilidades actuales.


Disney continúa convirtiendo sus grandes éxitos de animación en películas con personajes reales. Tras el discreto estreno de Tarzán y el desafortunado de Peter y el Dragón, ofrecen por fin un excelente trabajo con esta nueva e impresionante versión de La Bella y la Bestia.

Desde un principio, la decisión tomada por Disney generó debate al considerarse un recurso fácil ante una crisis de creatividad. Este debate se ha reavivado con este último estreno debido a la incontestable calidad de la producción animada de 1991, que constituye uno de los grandes hitos del cine universal en general y de la animación en particular. De hecho, aunque los Oscars no sean necesariamente criterio de calidad, es relevante recordar que fue el primer título de animación nominado en la categoría absoluta a mejor película. Por eso, parecía, como poco, innecesario e incluso imprudente, atreverse a emular una producción tan perfecta.

Debates aparte y con el film a punto de estrenarse, la realidad es que Disney se ha superado a sí mismo y nos ofrece una espectacular actualización de un clásico inmortal.

La historia ofrece pocas sorpresas ya que se basa casi escrupulosamente en la de 1991. La fuerza de la narración sigue residiendo en el poderoso personaje de Bella y en el mensaje que encarna: la belleza reside en el interior y se manifiesta al exterior en el respeto y el cuidado a los demás, especialmente a los débiles o inferiores. Y esa fuerza y belleza interior se cultiva por medio de la lectura. Bella es una lectora incansable, que agota y repite los libros que le suministra el sacerdote del pueblo, el único que parece entender su pasión y el desprecio que la joven sufre por ello. A Bella la lectura le impulsa a tener horizontes amplios, espíritu de discernimiento y un corazón magnánimo que la aleja de la frivolidad y la mezquindad con la que se tratan sus conciudadanos.

En esta nueva entrega, también se escenifica perfectamente la centralidad del amor, tanto en el personaje del padre de Bella como en el, por supuesto, de la Bestia, que encarna la posibilidad de cambio y la fuerza de, justamente, un amor que libera y hace crecer.

Recreando estas premisas del argumento original, Disney ha blindado la calidad de la primera versión reforzándola con las posibilidades actuales. Estas no se refieren solo a los espectaculares efectos especiales del siglo XXI sino a la oportunidad de poder contar con Emma Watson para el papel de Bella, un indudable y brillante acierto de casting. Watson combina inocencia y juventud con la fuerza e inteligencia que se le presumen al personaje, a lo que hay que añadir la naturalidad y calidad de su trabajo interpretativo.

Nada que objetar, tampoco, a las actuaciones de Kevin Kline, Luke Evans, y el resto del elenco camuflado que arropan a Watson y colaboran en la elaboración de esta prodigiosa producción.

Tampoco compensa detenerse en la dirección artística y de producción, ni en la banda sonora de Alan Menken, que repite las canciones de 1991, añadiendo tres nuevas que solo enriquecen lo que ya era casi perfecto.

Sin embargo, y para que no parezca que esta crítica carece de objetividad por (está claro) lo mucho que me ha gustado la película, voy a denunciar cierto toque de exageración que tiñe casi todo el film.

Tomando como ejemplo el estupendo trabajo de Jacqueline Durran, la diseñadora de vestuario, advertimos ese agotador exceso en trajes y atrezzo propio del fastuoso Rococó. Es cierto que, precisamente, se trata de contraponer ese mundo exagerado y confuso con la sencillez y honestidad de Bella (quien incluso en el último baile lleva un simple pero precioso traje floreado, fruto también de la genialidad de Durran).
Sin embargo, ese contraste metafórico no mitiga la exageración, y a ella se unen otros elementos discordantes que amenazan, sin éxito, con sacarnos del film. Un giro hacia el musical provoca una coreografía más larga y ruidosa que reduce los momentos de diálogo. El personaje supuestamente cómico de LeFou, ya algo deslavazado en la versión animada, se intenta aprovechar, sin atreverse a mostrarlo claramente, como avanzadilla de la homosexualidad. No obstante, dado lo tibio de la idea, termina por resultar nulo en lo programático, escaso en lo cómico y muy grotesco en su conjunto. Y a algunos otros secundarios, como Cadenza o Garderobe, les falta sutileza y acaban siendo algo molestos.

De todos modos, ninguno de estos últimos aspectos consigue siquiera empañar una de las mejores y más profundas historias que existen, rodada de un modo tan brillante por esa longeva fábrica de sueños que son los estudios Disney.

Firma:
Esther Rodríguez

ficha técnica

Director: Bill Condon

Guionistas: Stephen Chbosky

Intérpretes: Dan Stevens, Emma Thompson, Emma Watson, Ewan McGregor, Ian McKellen, Kevin Kline, Luke Evans, Stanley Tucci

Género: Fantasía

País: EE.UU.

Fecha estreno: 17/03/2017

Lenguaje:

Público

+7 años

Valoración

Contenido

Humor

Acción

Violencia

Sexo

Valores

En un pequeño pueblo de Francia vive una joven peculiar: es soñadora, le gusta leer, cuida de su padre y evita al presuntuoso galán del pueblo.

Buscando a su padre, que parece haber sufrido un accidente, llega a un castillo embrujado. Es propiedad de un príncipe egoísta, al que una hechicera castigó convirtiéndolo en bestia hasta que consiga amar a alguien por su interior y no por su apariencia.

Título original: Beauty and the Beast

País: EE.UU.

Duración: 123'

Fecha producción: 2017

Distribuidora: Disney

Color: Color

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