300: El origen de un imperio

Una curiosidad. Parece mentira la gran diferencia que experimentamos al ver luchas de extrema violencia, cabezas cortadas… y sangre, mucha sangre en una película como ésta (de antiguas épocas y en 3D) que en otra que refleje hechos acaecidos en momentos actuales o contemporáneos. Y es que en esta nueva adaptación de la antigua 300 de hace unos años, ahora dirigida por Noam Munro, sangre y violencia campan a sus anchas durante más de hora y media.

Impávidos seguimos la cruel confrontación entre las tropas griegas y persas, en una interpretación más o menos ajustada a la historia de ambos pueblos, sin que ni por un momento, conocedores de la ficción, la inquietud o el terror invada nuestras cándidas almas.

Y es que la tercera dimensión convierte en casi sobrenatural todo lo que vemos en la pantalla. La cámara, protagonista principal junto a la impresionante “truca”, juega con el espectador a sabiendas de que aquél participa en el juego desde la primera secuencia. Desde el momento en que se ajusta las gafas especiales, sabe que entra en otro mundo y también que entrega su mente al onírico mundo de la fantasía. Por ello todo es visualmente ficticio. Todo fuera de la realidad. Aunque todo grandioso y espectacular.

También la música, con una banda sonora de gran calidad, da el calor preciso a la ininterrumpida acción guerrera entre los ejércitos de Temístocles y Artemisa.

Una vez más, el cine con su poder de sugestión, nos traslada a destacados momentos de la historia de la humanidad. Y lo hace con todos los increíbles medios que ahora tiene a su alcance.

Al salir, ya sin las gafas 3D, hemos vuelto a ver las cosas tal como son, cada cual con su propia circunstancia, con sus problemas, sus esperanzas. La propia vida.

Firma: Joaquín Guitart