Amama

Asier Altuna estrena su tercer largometraje, tras su paseo por la comedia ligera (Aupa Etxebeste!) y el documental folklórico (Bertsolari). Aquí abunda en la cuestión localista pero inundándola de una tensión universal: un caserío vasco en la actualidad como imagen de la dialéctica entre lo viejo y lo nuevo.

Con tal fin, la película detalla verbal y visualmente costumbres, creencias y convenciones a las que se atribuyen un carácter secular. Para simbolizar esa antigüedad en choque, Altuna emplea una interacción entre lo orgánico y el pasado (árboles, plantas, frutas, materiales derivados e incluso la misma amama (abuelita) y lo sintético y técnico y el presente (pinturas, fotografías retocadas digitalmente, imágenes en super-8). De este modo, donde para algunos personajes puede haber cambio sin drama, para otros toda renovación es una traición.

Amama es una apuesta por esa mirada que quiere la armonía sin obviar los conflictos. Es obvio que esta producción rezuma amor por su cultura, abordada casi como una cuestión etnográfica. Sin embargo, toda tradición rural se verá reconocida en las colisiones que refleja.

Interesante e hipnótica por momentos, el dibujo de Asier Altuna también se descompensa en algunos pasajes excesivamente preciosistas y subrayados. No obstante, en su conjunto -que no engaña al espectador sobre el tipo de film que se va a encontrar- destacan, además de Iraia Elias y Kandido Uranga, la debutante Amparo Badiola a sus 83 años.

Firma: Lourdes Domingo