Angie

La directora realiza una inteligente comedia de costumbres, muy próxima a las antiguas películas de la serie B hollywoodienses, pero con cierta originalidad creadora. Detrás de la cámara hay una cineasta realmente sensible, Marta Coolidge (Prohibido querer), quien ha sabido poner en escena con brillantez formal el best-seller de Avra Wing, novela que ha aumentado sus ventas con el lanzamiento paralelo de este film. Y delante de la cámara, una actriz en alza: la temperamental y esbelta Geena Davis (Thelma & Louise, Héroe por accidente), que fue candidata al Oscar de 1994 por su notable interpretación. Asimismo, el resto del reparto recrea unos personajes cotidianos que se hacen tan creíbles como la historia que cuenta.

Rodada en escenarios naturales, Angie posee un ritmo dinámico que arrastra al espectador. Pero la realizadora no parece decidirse por el estilo de la comedia, ya que apenas logra la hilaridad del público y se aproxima al melodrama.

Si en algo destaca la realización de Martha Coolidge, aparte de la mencionada sensibilidad femenina, es el estudio de mentalidades sencillas, de la clase media baja neoyorquina, que lo consigue con creces: todas ellas en búsqueda de la felicidad, luchando por una estabilidad emocional y profesional que llene sus vidas. Angie y su familia –especialmente su compañera y leal amiga, Tina– son arquetipos de los hijos de emigrantes italianos e hispanos que pueblan Estados Unidos. Así, se exponen crudamente situaciones límite que retratan una comunidad social, con aisladas escenas impúdicas –verbales y visuales–. No obstante, la familia y la religión aún son el soporte, como se puede apreciar en la escena del padre rezando el rosario. Por esta razón, el sentido familiar y el de la verdadera solidaridad humana son los que “salvan” a la rebelde y desdichada protagonista de su crisis anímica.

Firma: Josep Maria Caparrós