Anna Karenina

Análisis

La última adaptación cinematográfica de esta obra de León Tolstoi está a medio camino entre la tomadura de pelo y el ridículo bienintencionado. Pensemos que es esto último y que con este destrozo sólo han querido modernizar la historia y presentarla de una manera más atractiva al público del siglo XXI. Pero si ésa era su pretensión tampoco nos parece que hayan acertado mucho. No es una apuesta tan arriesgada como las que nos propone el discutido Baz Luhrmann con su reinterpretación de Romeo y Julieta o su recreación de Moulin Rouge (a ver qué nos depara, por cierto, su Gran Gatsby). Tampoco la convierte en un musical, como Los Miserables, ni la infantiliza al estilo Disney en El Jorobado de Notre Dame. No sabemos, en definitiva, qué ha querido hacer concretamente.

Lo que está claro es que Joe Wright ha repetido el esquema de su Orgullo y prejuicio: un buen libro (en el que no profundiza en absoluto) y una serie de escenarios que sirvan de escaparate al lucimiento personal de Keira Knightley. Con Orgullo y prejuicio llegó a tener bastante éxito, pero no hay que perder de vista que ni Jane Austen es Tolstoi, ni Elizabeth Bennet es Anna Karenina, ni la Inglaterra victoriana es la Rusia imperial que malogra ahora en este film.

La pena es que aunque asesinásemos a Tolstoi, la película tampoco valdría mucho. Le basta media hora para cansarnos y sacarnos de la historia. De un modo indudablemente original decide situar los distintos escenarios de la obra en un antiguo teatro, tanto en sus tablas como entre bambalinas. El resultado es un caos agobiante que deja no al espectador deja centrarse en los protagonistas de la historia (las personas) sobre las que se supone debía de tratar la película. Por lo tanto, no sólo es contraproducente sino que además no mantiene esta apuesta hasta el final. La alterna con un rodaje en exteriores y no es posible averiguar qué criterio sigue para utilizar localizaciones tan diversas. Intentando de buena fe comprender a Wright, pensamos que el amor verdadero se deja para exteriores reales (al situar allí la trama de Levin y Kitty) reservando para el teatro las relaciones personales movidas por convenciones sociales, pero ellos mismos contradicen este planteamiento y nos vuelven a dejar sumidos en un caos aleatorio.

Tampoco contribuyen mucho a la credibilidad del film los movimientos coreografiados que, de nuevo aleatoriamente, realizan algunos personajes. Es inevitable, por muy buena disposición que se tenga, sentir vergüenza ajena viendo a los secretarios de la oficina de Oblonsky sellando informes rítmicamente y entre pasos de baile. Si querían emular el Oliver de Reed y sus complejas y cotidianas coreografías, deberían hacerlo en todo el metraje y no sólo al principio y esporádicamente. Y la misma vergüenza ajena sentimos en las escenas de los bailes donde intentan mantener el estilo decimonónico, aderezándolo con unos movimientos que nos recuerdan tanto al baile de salón de los 50 como a las sevillanas.

En definitiva, todo nos habla de esa ambigüedad mediocre. También lo percibimos en el diseño de vestuario, galardonado con un Oscar y un Bafta. No se ha querido hacer una reconstrucción rigurosa y historicista, quizá para sorprendernos, pero al utilizar la silueta habitual de la moda de aquellos años fusionándolo con el glamouroso “new look” de Dior acaba dejándonos como al principio, es decir, con sensación de vestuario historicista.

No podemos tampoco negar el trabajo más que correcto de algunos actores. Sus interpretaciones se abren paso con dificultad entre las baratijas de atrezzo con las que se decora el teatro. Pero cuando tienen la suerte de gozar de un primer plano o de estar al aire libre, todos ofrecen unas magníficas actuaciones. A Jude Law, Matthew Macfayden o Alicia Vikander el guión les permite desarrollar su papel como se merece y cumplen con creces. Aaron Taylor-Johnson, que interpreta a Vronsky, supera los obstáculos que el guionista le ha puesto y termina haciendo una soberbia interpretación. Pero todo se diluye cuando el personaje principal es tan flojo, tan poco sincero y está tan pobremente interpretado por Keira Knightley, a la que tampoco se puede culpar completamente viendo el modo tan superficial con el que el guionista y el director han dibujado su personaje.

El personaje que lleva el título de la película no debería ser el más flojo de todos. Tolstoi se apoya en esta historia de pasión y adulterio para realizar un interesante estudio antropológico acerca del amor, el placer, el arrepentimiento, el perdón, la felicidad y el remordimiento que finalmente decidirá las acciones de la protagonista. Pero Joe Wright sólo toma de la novela detalles superficiales (el momento en el que se conocen, el tipo de conversaciones frívolas que tienen…) como si en eso consistiera la adaptación de un clásico. Esta Anna Karenina parece moverse por el capricho, el supuesto amor a su hijo ella misma lo desvirtúa, y sólo el rechazo social (más frivolidad aún) le hará replantearse su situación.

En resumen habría que decirle al equipo de Joe Wright que los grandes libros no basta con leérselos. Hay que entenderlos, descender hasta el fondo y comprender a las personas que están detrás de sus personajes, con sus grandezas y sus bajezas, pero con su riqueza profundamente humana. Por eso, por humanos, son clásicos los clásicos, no porque tengan mil páginas o se ambienten en la siempre mítica Rusia imperial.

Firma: Esther Rodríguez

Extras DVD:

  • Audio: español, inglés, italiano, búlgaro
  • Subtítulos: español, inglés para sordos, italiano, búlgaro, danés, finlandés, húngaro, noruego, rumano, sueco

ficha técnica

Director: Joe Wright

Guionistas: Tom Stoppard

Intérpretes: Aaron Taylor-Johnson, Jude Law, Keira Knightley, Matthew Macfadyen

Género: Drama

País: Reino Unido

Fecha estreno: 15/03/2013

Lenguaje: Coloquial

Público

+18 años

Valoración

Contenido

Humor

Acción

Violencia

Sexo

Anna Karenina es la mujer de un importante ministro del zar en la Rusia imperial de finales del siglo XIX. Viaja de San Petersburgo a Moscú para ayudar a su hermano que tiene un problema familiar y allí conoce al joven conde Vronsky. Se enamoran al instante y, a pesar de que ella intenta evitarlo, acaba sucumbiendo y comienzan un apasionado romance.

Título original: Anna Karenina

País: Reino Unido

Duración: 131'

Fecha producción: 2012

Distribuidora: Universal Pictures

Color: Color

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