Ant-Man

Como si fuese uno de sus personajes estrella, Marvel continúa tejiendo una variada, entretenida y sólida red de películas de manera que es difícil encontrar un mes en el año en el que no pueda verse en los cines alguna de sus historias. En las últimas entregas, además, juega, como comentaba, a interconectarlas, de manera que el ultimo estreno anuncie y anticipe (con la presencia incluso de los actores de las otras sagas) el siguiente bombazo de esta máquina de pasar cómics al cine.
Para garantizar la sorpresa y huir de lo previsible ha rescatado a Ant-man, el Hombre Hormiga, otro de sus personajes en el papel que pocas veces había aparecido en la gran pantalla. Aunque, como hemos dicho, se harán referencias a Los Vengadores y a otros títulos Marvel para que la saga siga avanzando, sus realizadores han apostado por dar a esta película un tono diferente. Quizá por coherencia con su título, Ant-man huye de la megalomanía de los Ultron y compañía, y reduce su campo de acción a una ciudad y a un laboratorio, e incluso se permite bromear en plan auto-parodia con la ciudad volante de los últimos Avengers. Otra curiosidad, en cierto modo novedosa, es la inclusión del trío estrambótico y marginal que recoge a Scott al salir de la cárcel. Su simpleza y buen humor supone algo de aire fresco entre tanto superdotado guapete, con poderes y con permanente cara de preocupación a los que Marvel nos tiene acostumbrados.

Pero, a pesar de estos aciertos y antes de que llegue la traca final de elogios y piropos desorbitados (porque a la que suscribe esta película, con sus defectos, le ha rechiflado), hay que decir que hay algo en Antman que no funciona. Le falta frescura, a pesar del buen humor que predomina, y la emoción no llega a dejar sin aliento a pesar, también, de unos efectos especiales espectaculares, unos escenarios impactantes y una coreografía de peleas y persecuciones pensada al milímetro. Reconozco que no encuentro dónde está exactamente el fallo. Pienso que el montaje y la planificación no acompañan a las escenas de diálogo, que mantienen demasiado tiempo algún plano o cortan otros precipitadamente. Quizá abusa de los primeros planos sin considerar que ni Lilly ni Rudd son Bette Davis o simplemente es un problema del doblaje al castellano, pero el hecho es que la película no termina de arrancar. Y eso que se mete al público en el bolsillo enseguida y es éste el que parece tirar del film para desatascarlo y que siga adelante.

Consideraciones cualitativas aparte es difícil no disfrutar con una película repleta de acción y entretenimiento; donde los buenos son los buenos y los malos los malos (aunque alguno de ellos no lo tenga claro), donde hay una niña desdentada que quiere a su papá y por eso abraza el peluche más feo del mundo; donde alguien perdió al amor de su vida y todavía sufre por ello; donde se cita a Rothko; Siri pone la banda sonora y al malo está a punto de aplastar al protagonista sobre los raíles de «Thomas, the Tank Engine». Una pasada.

Firma: Esther Rodríguez