Antonia

Cargada de premios –entre ellos, el Oscar de Hollywood a la Mejor película extranjera de 1995– se ha presentado con gran expectación el cuarto largometraje de la guionista y realizadora holandesa Marleen Gorris, en la línea feminista que le caracteriza como autora (A Question of Silence, 1982; Broken Mirrors, 1984; The Last Island, 1990).

Se trata de una comedia social, que sorprende por su tono bucólico y de fantasía pastoril, a modo de crónica de una familia holandesa a lo largo de estos 50 últimos años. La ambientación en escenarios naturales del campo –llenos de luminosidad y cierto lirismo– y la recreación de tipos resultan notables, especialmente el personaje central que interpreta Willeke van Ammelrooy, secundada por el también veterano Jan Decleir (Daens).

La cinta ha sido co-producida por Bélgica y Gran Bretaña. Sin embargo, estos valores se refieren al significante; porque no podemos decir lo mismo del significado y de la voluntad de expresión del filme. “Antonia´s line” –digámoslo de entrada– es una película francamente inmoral. La historia de la protagonista y de sus descendientes –hasta una biznieta de 8 años– expresa un mundo que ha perdido la orientación. De ahí el ateísmo que expone sin pelos en la lengua –no sólo por parte de Antonia y del filósofo del pueblo que se suicida, sino del mismo cura párroco– y el desorden moral mostrado sin ningún pudor: desde la postura de Antonia a la actitud de su nieta o el lesbianismo explícito de su hija, por no decir más. En cambio, la cineasta holandesa intenta justificarse así: “Mi película es una crónica familiar y, como la mayoría de las crónicas familiares, trata del nacimiento, el amor, el odio, la infancia y el florecimiento de cada nueva generación. Pero lo que hace que esta cinta sea distinta a las de su género, a mi parecer, es que la rama femenina lo domina todo. También es una película sobre la independencia de las mujeres. Las mujeres en el filme son, sobre todo, ellas mismas y no dependen de un papel de esposa, madre o hija, como ocurre a menudo en el caso de crónicas familiares. Por supuesto, la película es un cuento. Yo no sé hacer filmes realistas y tampoco me interesa. La realidad la tenemos cada día en nuestras vidas. Por eso mi obra no se detiene en las pequeñas cosas de la vida cotidiana de las protagonistas e incluye algunos elementos de cuento de hadas”.

Ciertamente, una fábula abordada desde un enfoque feminista –donde las mujeres son autosuficientes, también sexualmente– y que deja “epatado” al espectador en la butaca. Dejemos que hable de nuevo la propia Marleen Gorris: “Soy feminista y eso, lógicamente, está reflejado en mi obra. Las crónicas familiares siempre se han hecho desde la óptica masculina y suelen olvidar a las mujeres que, recuerdo, son las que paren. Yo la he hecho desde el punto de vista femenino. Es una crónica donde los hombres no son tantos ni tienen tanta importancia y algunos son imperdonables. “Antonia” –concluye– es, sobre todo, una película sobre el paso del tiempo, sobre el eterno ciclo de la vida y la muerte. Sobre cómo aprender a vivir y a morir, que es lo más importante para mí”. Esperemos que el público aprenda muy poco de este filme.

Firma: Josep Maria Caparrós