Azul y no tan rosa

Apologética película de la homosexualidad militante que utiliza todas las bazas del melodrama fácil para lograr la empatía del espectador.

El dibujo bastante torpe de la mujer (la apaleada por su pareja que reincide en volver con él, la buscona de restaurante, la madre del protagonista pasiva dentro de un dibujo negativamente patriarcal de la familia, la modelo anoréxica y narcisista, la grotesca e insultante presentadora del reality televisivo…), del que apenas se salva la fugaz novia de juventud del protagonista y el amor platónico (también fugaz) del hijo, no hablan precisamente de equilibrio.

Con estos y otros aspectos de narración bastante simple y pueril, el film constituye más una declaración de intenciones y una aleccionadora clase que una indagación sugerente y moderna en la homofobia o los conflictos paterno-filiales. Y es que el guión hace pasar por el tubo a toda la sociedad venezolana desde el prisma gay, con incursiones en tantos temas y con tanta superficialidad (la anorexia en la adolescencia masculina o la misma violencia homófoba y de género, por poner dos ejemplos) que es imposible salirse del cliché y el aburrimiento.

Con este panorama, no se entiende que Azul y no tan rosa ganara el Goya 2014 a Mejor Película Iberoamericana compitiendo con la excelente (a pesar de sus limitaciones presupuestarias) y dramáticamente poética La jaula de oro. Como no se entiende que éste sea el escaso cine que nos llega de Venezuela, junto con Pelo malo; un país en el que están sucediendo otras cosas también muy graves desde hace años.

Firma: Lourdes Domingo