Bella Durmiente

Siempre se puede contar lo mismo, si lo cuentas distinto. Con esa idea de fondo, el cineasta experimental madrileño Adolfo Arrietta se aventura de nuevo con un largometraje (ya que el último fue en 1991, Merlín) y le da la vuelta al famoso cuento de hadas que Disney popularizó en el cine.

Arrietta no deja de lado su faceta más poética y se enfrenta a un bajo presupuesto que, a la vez, le permite transmitir con sencillez en cada plano.

El argumento está bien planteado y aporta la originalidad necesaria sobre la cual construir la lírica. El director se toma el lujo de pausar o alargar escenas para que sean el sonido y la fotografía quienes envuelvan al espectador que, pasivamente, deja volar la imaginación.

Por un lado, esa imaginación es necesaria para atar los cabos que deja sueltos. Y por otro, el lujo a veces se aborrece, ya que se agradecería agilidad en la mitad final del film, pues el ritmo decae y se recrea en demasiadas repeticiones.

Pero volviendo a sus premisas, el sonido y la fotografía son magistrales. El paseo se hace agradable y cuando quiere te tensiona con la nada o te relaja y deja disfrutar.

Bella durmiente es un cuento para todos los públicos, aunque los más pequeños quizás no terminen de entenderlo, al mismo tiempo que la escena final desentona dentro del conjunto.

Firma: Carla Sciamma