Borgman

El polémico y singular director holandés Alex van Warmerdam dirige su octavo largometraje, un extraño y desagradable intento de fábula sobre el mal que consiguió el premio a la mejor película en Sitges 2013. En forma de enigmática y confusa alegoría, Borgman presenta un metafórico retrato (con amagos de crítica social) de cómo el mal se presenta en la vida cotidiana, a través de la historia de la llegada de un misterioso vagabundo a la apacible existencia de una familia burguesa y pudiente.

Van Warmerdam juega deliberadamente (o porque se pierde en su propio relato) a desconcertar al espectador introduciendo grandes dosis de surrealismo y toques grotescos a su propuesta, y escondiendo el origen, la naturaleza o la identidad tanto de los personajes del film como de los grandes temas que aborda o deja intuir. Según admite, Borgman es una película abierta a la interpretación, que pretende generar preguntas más que respuestas; un ejercicio cinematográficamente loable si no diera la sensación de que ni él mismo parece saber muy bien qué pretende decir (o, incluso, qué preguntas pretende generar) su película.

Porque Borgman es una película vacía, con un sugerente envoltorio bajo el que no hay nada más que una repugnante y violenta atmósfera de malignidad que se adueña de la película y del espectador, pero que no lleva a ninguna parte; un barato intento de Van Warmerdam, con mucha forma y poco contenido, de parecerse, por un día, al Bulgákov de El Maestro y Margarita.

Firma: Juan Xipell