Caminando entre las tumbas

Cuando el escritor Lawrence Block, a principios de los 90, presentó la décima entrega de su serie superventas Un paseo entre las tumbas, ya había conseguido el premio Edgar en cuatro ocasiones. Y siempre sin poder sacarse de la cabeza al detective Matew Scudder.

Ahora, por fin, el director Scott Frank, ganador del Independent Sprit en 2007 con The Lookout, su ópera prima, ha convencido al equipo de producción (entre los que destaca el nombre de Danny De Vito) para llevar a la gran pantalla una de aquellas apasionantes historias.

Aunque el tema en sí no aporta demasiadas novedades al campo del thriller policíaco, sí hay que destacar la singularidad de un excelente guión -la adaptación es del propio director- en el que, de forma correlativa, los acontecimientos se suceden con interesante lógica y excelente factura cinematográfica.

La apostura de Liam Neeson, en el rol del famoso detective de la serie, convertido ahora en investigador privado, aporta una destacada dosis de credibilidad en un papel ideal, tanto por su físico como por sus innegables dotes interpretativas, exhaustivamente demostradas en su larga carrera de actor. Mención especial para la alta calidad de su propia voz en la versión original de la película.

En secuencias alternativas, es de justicia destacar una serie de planos en los que se da singular importancia a la infatigable labor de las asociaciones en pro de la regeneración de Alcohólicos Anónimos, una lucha sin descanso para intentar erradicar una lacra que persigue desde tiempos inmemoriales a la humanidad y que, en tantas ocasiones, conduce a tan detestables actos como los que acostumbran a mostrarse en este tipo de cine.

Y el cine, aunque ficción, a veces refleja una triste realidad…

Firma: Joaquín Guitart