Cartas a Dios

Este film de Eric-Emmanuel Schmitt, basado en la novela Óscar y la dama de rosa de Albin Michel, nos narra de un modo cercano las preocupaciones e inquietudes que puede tener un niño enfermo de cáncer. Las buenas interpretaciones, tanto del joven actor, Amir, que interpreta a Óscar como de Michèle Laroque y Max Von Sydow hacen que la historia brille con luz propia.

Cabe resaltar la evolución del personaje de Rose, interpretada por Michèle Laroque. Es una mujer divorciada, sin objetivos, que vive con su madre y teme al compromiso. Gracias a la “amistad” con Óscar, cambia su percepción de las cosas y de la gente que le rodea. Estos dos personajes, Rose y Óscar, inician una relación que les cambia, a ambos, la visión de la vida.

En un principio, la pizzera se muestra reticente a acercarse a Óscar aunque, en el transcurso de la película, consigue crear un mundo de fantasía en la imaginación de Óscar para hacerle la enfermedad más llevadera. Las escenas que muestran los pensamientos del niño gozan de un toque naïf que juega con colores brillantes y contrastados en un entorno con personajes de circo. Todo gira entorno la lucha, ambientada siempre en un ring de boxeo, que simboliza la lucha por la vida y el no darse por vencido a la primera de cambio. La mujer de rosa consigue, sin que Óscar se percate de ello, transmitirle un espíritu de lucha que le servirá para aceptar y combatir su enfermedad.

La fe cristiana está también presente en este largometraje. Rose explica a Óscar la figura de Dios y le muestra que el diálogo con Éste puede ser una manera para sentirse mejor con uno mismo y explicar, con total sinceridad, sus inquietudes y problemas. De este modo, Óscar escribe cada día una carta a Dios que, posteriormente, Rose atará a un globo que se elevará hacia el cielo.

Cartas a Dios, estrenada un año donde el tema de la enfermedad infantil está muy presente (Vivir para siempre, Polseres vermelles) transmite varios mensajes positivos, de entre los que destaca la lucha por conseguir lo que uno se propone y el aprender a valorar lo que se tiene. Hacer una película con estos mensajes de trasfondo en la época de crisis en la que nos encontramos es un acierto ya que invita al espectador a la reflexión. En esta ocasión, el director de El señor Ibrahim y las flores del Corán (Eric-Emmanuel Schmitt, 2003) y Odette, una comedia sobre la felicidad (Eric-Emmanuel Schmitt, 2007) ha hecho un filme que consigue llegar hasta aquellos de lágrima más difícil con una historia tierna repleta de mensajes optimistas.

Firma: Laura Llauradó