Coche policial

Cop car (lo de “coche policial” es una traducción rarísima, porque toda la vida les hemos llamado “coche patrulla, pero en fin) es una película llena de inverosimilitudes y con una violencia creciente… que, sin embargo, consigue ganarse al espectador por su sencillez y audacia.

El joven Jon Watts trabaja con un guión que revela demasiado pronto sus cartas y que, llegado un punto, no sabe muy bien hacia dónde tirar. Con todo, cierra el film con solvencia y, sobre todo, muestra un gran respeto por el espectador y por la pareja de niños protagonistas al huir de precipitaciones y gracietas innecesarias. Sorprende gratamente que se tome tan en serio su trabajo y que, a pesar de lo escaso y trapacero del relato, mime tanto a Harrison y a Travis y cuide hasta el extremo la fotografía, con una impactante ambientación rural y un viento constante que cala hasta los huesos. De este modo conforma el escenario ideal donde esta aventura infantil se empotra brutalmente en el mundo de los adultos: un páramo geográfico como muestra del vacío familiar y ético en el que se mueven los protagonistas.

Watts hace equilibrios para sostener un guion tan endeble contraponiendo la inocencia de los niños a la dureza del personaje de Kevin Bacon y dejando que algunos secundarios corrijan, de vez en cuando, la deriva solitaria y potencialmente aburrida de la línea principal de la trama.

En definitiva, un película menor que, gracias al empeño de su prometedor director, se hace un hueco respetable en la filmografía de este 2015.

Firma: Esther Rodríguez