Con los brazos abiertos

Philippe de Chauveron, director y guionista de la exitosa Dios mío ¿pero qué te hemos hecho? repite protagonista y tema principal para demostrar que la comedia francesa sigue con buena salud y que no es incompatible la risa con el mensaje social.

En este caso, sin embargo, al film en conjunto le falta algo de ritmo y agilidad, aunque no decepciona en ningún caso en su objetivo de entretener y hacer reír y pensar a la vez.

Lo más llamativo es el retrato políticamente incorrecto que hace de los antagonistas políticos: un intelectual progresista instalado en el lujo y el snobismo y su antagonista reaccionario del que hace una sorprendente descripción de su vida privada. Es de agradecer que, de vez en cuando, los guionistas se salgan de lo que manda la corrección política estándar del momento, logrando así, al menos introducir un retrato novedoso (y no necesariamente falso) de las oligarquías pensantes actuales.

Los grandes aciertos de Chauveron y compañía han sido tanto la idea que constituye el punto de partida como un elenco de actores entregado y eficaz. Sin embargo, como comentaba al principio, luego la trama avanza a trompicones y recurre en demasiadas ocasiones a la broma fácil, los golpetazos de circo barato y la exposición de la liberación sexual como síntoma de madurez social y política.

Todo esto no impide que Con los brazos abiertos ofrezca un breve entretenimiento simpático y un sentido mensaje de solidaridad, apertura, coherencia y compromiso. No está mal.

Firma: Esther Rodríguez