Con todas nuestras fuerzas

En ocasiones, y ésta es una de ellas, la propia condición humana permanece dubitativa a la hora de valorar y trasladar al gran público de cine la sensación que al crítico le produce una película determinada. Por regla general, el cine es imaginación, fantasía, truculencia, emoción, suspense y muchas otras sensaciones que envuelven al espectador durante el espacio aproximado de una hora y media. Sin embargo, a veces, sin presentirlo de forma natural, la gran pantalla llena su blanco lienzo con una propuesta que golpea directamente al corazón, pero también al entendimiento y a la visión de la vida en general, a pesar de no estar implicado directamente en la problemática expuesta.

Y este es el caso de Con todas nuestras fuerzas. No cuenta una historia lacrimógena en su simplificación estructural, respetando que para muchas personas lo sea. Relata con naturalidad las propias carencias de una fase de la existencia de un joven que no está de acuerdo con la problemática de su vida ni con el aspecto que su discapacidad influye en los que le rodean.

Con todas nuestras fuerzas es la historia de una superación personal. Pero no sólo eso. Es también un preclaro ejemplo de que, en ocasiones, el cine es capaz de abrir los ojos ante una problemática que, erróneamente, solo existe cuando una persona la vive en su propia circunstancia o interioridad personal.

Bienvenido sea este cine.

Firma: Joaquín Guitart