Contact

Se trata de un ambicioso espectáculo de ciencia y religión-ficción, basado en una novela de Carl Sagan. Producido y dirigido con enorme brillantez formal por el premiado Robert Zemeckis (Forrest Gump), el realizador de la saga de Regreso al futuro ha demostrado sus cualidades artesanales en una obra a los gustos de Hollywood y del americano medio al que primordialmente va dirigido. Fallecido Sagan poco antes de concluir su rodaje, Zemeckis comentó así la voluntad de expresión: “Me encantaría que esta película inspirara a la gente joven para que revisara la obra de Carl Sagan, porque en Contact hay mucho de su forma de ver el mundo y sus enseñanzas. Si sirve para eso, será manavilloso, pero no tuve ninguna intención de educar al público. Yo simplemente intenté entretenerle”.

Con unos efectos especiales que nos recuerdan al magistral 2001 de Kubrick, en el viaje interespacial de la protagonista o el impresionante travelling hacia atrás que abre el filme, enriquecidos ahora por unos inmejorables efectos digitales –aparte de la secuencia en el paraíso extraterrestre o celestial (?) de Vega, aparece también Clinton en imágenes manipuladas (que fueron protestadas por la Casa Blanca)–, Zemeckis ha contado con un equipo técnico y artístico de primer orden, donde destaca la actuación estelar de Jodie Foster –más atractiva que nunca–, quien llena la pantalla en todo momento. Aunque las citadas declaraciones del realizador nieguen cualquier intencionalidad trascendente, la verdad es que el filme se ha interpretado como una fábula moralista sobre la coexistencia entre Ciencia y Religión. Con un contenido conceptual que parece próximo al New Age´, es obvio que la película transmite los valores del American Way of Life´ –como hiciera ayer Independence Day–, pero sin caer en la típica propaganda norteamericana. De hecho, Contact está teniendo tantos defensores como detractores (si bien con rendimientos millonarios en la taquilla mundial). De ahí que esta digna película comercial –no exenta de alguna concesión aislada y de sentimentalismo fácil– plantee, a través del personaje de la doctora Ellie Arroway, las eternas preguntas sobre ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos?, además de si ¿estamos sólos en el universo?

Las respuestas la quieren dar al alimón las teorías científicas –representadas por Ellie– y la fe –que incorpora su enamorado “reverendo”, Palmer Joss–, en un encuentro light´ que será resuelto ambiguamente, en aras a un entendimiento final que protagoniza más el corazón que la razón; como la enfervorecida masa que espera a ambos a la salida del Congreso estadounidense. Sin embargo, a falta de Sagan, dejemos que hable el propio Robert Zemeckis: “Creo que lo que diferencia a esta película de otras de ciencia-ficción, y la hace más interesante, es que trata más sobre nosotros, los humanos, que sobre los extraterrestres. De alguna manera nos ayuda a explorarnos a nosotros mismos, más allá de lo que sabemos sobre nuestra propia especie”.

Firma: Redacción