El orden divino

Uno de los datos curiosos con los que todos nos encontramos alguna vez en la vida es el de que Suiza, paradigma de desarrollo y eficacia, no permitió votar a las mujeres hasta el año 1971. El orden divino es una pequeña película que muestra las últimas y definitivas luchas que obtuvieron por fin el ansiado derecho.

Su guionista y directora Petra Biondina Volpe, escoge para situar la trama un pueblo pequeño, de vida tranquila, con lo que acentúa la gran brecha sociológica, política y cultural que existía en la población suiza entre la modernidad y un conservadurismo anacrónico que lastraba el desarrollo de la mujer.

La protagonista, Nora, ejemplifica a la perfección el despertar de un grupo social acostumbrado a la sumisión laboral, económica y de participación política al varón y que empieza a ser consciente de su propio valor y su capacidad para tomar iniciativas y liderar todos los ámbitos de la vida pública y privada. También es un dato enriquecedor que el detonante para esta toma de conciencia sea el cariño y la compasión que siente por su sobrina y su cuñada más que por otras consideración teóricas.

Como vemos, por tanto, la película funciona como retrato de un momento histórico fundamental en la historia de Suiza aunque no termina de convencer en lo fílmico. Volpe centra el disparo en lo esencial, el sufragio, pero se pierde con el relleno que acompaña al tema principal. En la ambientación y planteamiento acierta, ya hemos comentado; no obstante, en el desarrollo del guion se enreda en los pequeños sucesos que cuenta, descuida los personajes secundarios y cae, ineludiblemente, en lo maniqueo y lo previsible.

Petra Volpe es hija de su tiempo y, en conjunto, transmite mucho más de la sociedad actual que de la de 1971, lo que no deja de ser lógico y habitual. Sin embargo, ese tono desdibuja el retrato de las mujeres de la época de la que quiere hablar; del mismo modo que el paralelismo con la revolución sexual despista del objetivo central, aunque ofrezca algunos momentos de bastante humor.

En definitiva, un relato histórico interesante envuelto en una trama previsible e irregular.

Firma: Esther Rodríguez