Misión: Imposible – Fallout

Cuando una saga llega a la sexta entrega es muy difícil que tenga algo más que aportar o con lo que sorprender e intrigar. Pero este último capítulo de las aventuras del agente Ethan Hunt se convierte no solo en el mejor de todos sino también en una de las mejores películas de acción y espionaje de las últimas décadas.

Su guionista y director, Christopher McQuarrie, desde que obtuviera su indiscutible Oscar por la escritura de Sospechosos habituales en 1996, no había vuelto a destacar ni siquiera por otros proyectos con Tom Cruise como la primera Jack Reacher o Misión: Imposible – Nación secreta. Parecía estar reservándose o acumulando experiencia para poder ofrecer ahora un producto a todas luces impecable.

No hay nada, ni nadie, que sobre o falte en este film. Dejando de lado la escasa trascendencia que en sí mismo tiene el género de acción, Misión: Imposible – Fallaout es, como decía, un trabajo intachable, tanto en el apartado técnico y artístico como en el narrativo. El galimatías en el que suelen convertirse las historias de espías es aquí un relato intrincado, pero relativamente fácil de seguir, y jalonado con pericia de constantes momentos de humor o emoción. Apuesta por el retrato humano de casi todos los protagonistas que intervienen en la trama aunque, sí que es cierto, pinta en ellos pocas fisuras que los alejen de los estereotipos conocidos.

Ethan Hunt se consolida como el héroe de este incipiente siglo XXI toda vez que Indiana Jones ya ha pasado a la tercera edad y los nuevos 007 no terminan de cuajar. De hecho, el personaje interpretado por Tom Cruise se podría calificar como un heredero de 007 pero desprovisto de la superioridad altanera que caracterizaba al creado por Ian Fleming y cargado, por el contrario, de una vulnerabilidad y humanidad que lo hace más cercano al espectador de hoy.

Y aparte de estos detalles de la historia, lo que no deja lugar a dudas, ni a la respiración ni al descanso, es el impresionante trabajo de efectos especiales y de planificación en general. Las escenas de persecuciones y peleas, a pesar de lo exagerado e inverosímil, consiguen resultar asumibles por un público totalmente inserto en la trama. Del mismo modo, un simple seguimiento por las calles de París, las luchas o los cambios de identidad se hacen con un planteamiento casi de coreografía musical, de modo que es muy difícil sustraerse a su, podríamos decir, encanto.

Es posible que, para muchos, Misión: Imposible – Fallaout sea demasiado entretenimiento para entrar en la categoría de películas relevantes. Sin embargo, para la que suscribe, un trabajo bien hecho, el que sea y, por supuesto, un trabajo tan bien hecho como este, es un valor, cinematográfico y humano en sí mismo.

Firma: Esther Rodríguez