¡Qué guapa soy!

Partiendo de la premisa de que Amy Schumer (Y de repente tú) no es gorda y es guapetona, la cosa empieza mal. La idea del tándem Amy Schumer y Marc Silverstein (Qué le pasa a los hombres) no es mala. Ambos quieren remarcar el valor de una mujer; sin embargo, el guión y lo que vemos no va de la mano ya que realmente, como se ha dicho, la protagonista es mucho más bella de cómo la pintan. No obstante, si uno se pone en la piel de lo que ella piensa y siente, ya puede empatizar con el film.

El núcleo dramático de ¡Qué guapa soy! parece ser como el de El sueño de mi vida y Cariño, yo soy tú, mezclado con El diablo viste de Prada y Pequeña Miss Sunshine. Si a esta interesante mezcla se le añade un mensaje con buena intención el resultado no está mal.

El propósito de la pareja de guionistas y directores es bastante bueno. El metraje se construye bajo el leitmotiv de que “cada uno tiene el potencial para ser su mejor versión” y de la pregunta “¿quién eres realmente tú?”. Pero desgraciadamente, una vez arrancado el conflicto, la película parece perder la dirección y convertirse en una comedia más de Hollywood. Y, como era de esperar, al final amasa todos los mensajes y los verbaliza por si alguien ha estado despistado.

Pese a ello, Amy brilla con su peculiar naturalidad. Y también es de agradecer que alguna comedia se acerque a temas más humanos y reconocibles por la mayor parte de la población, aunque profundice poco en el mensaje y carezca de originalidad. ¿Y si no nos importara nuestra apariencia?

Firma: Carla Sciamma