Rebelde entre el centeno

¿Hasta dónde puede llegar un hombre que busca su propia voz y logra expresarla?

Con la excusa de narrar los hechos que envolvieron la creación de El guardián entre el centeno, el film busca ahondar en su singular autor, J.D. Salinger (1919-2010). El escritor fue uno de los más reconocidos de los años 90. Su citada obra maestra lleva 60 millones de copias vendidas, a un ritmo de 250 mil ejemplares al año.

El protagonista (Nicholas Hoult) evoca su identidad en Holden Caulfield, el personaje ficticio que crea. Caulfield es un adolescente sin tapujos que alza una voz rebelde y poco comprendida en esa sociedad americana de los años 30. Paradójicamente, sus relatos han sido, a la vez, fuente de inspiración y controversia.

Danny Strong desgrana los acontecimientos que hicieron crecer a este maestro, mientras intenta plasmar su maduración de hombre y literato. De este proceso se desprenden temas interesantes como la importancia de un buen tutor, aprender a lidiar con el rechazo, o la fina línea entre la ambición y el trabajo bien hecho.

El director y guionista es sutil a la hora de tratar a J.D. y no cae en lo fácil que sería mostrar su parte más basta y oscura. De hecho, hace mucho hincapié en su lado espiritual y en su conversión al budismo.

Otros aciertos son la ambientación de la época y la riqueza del guión, cargado de fragmentos de sus novelas, que siempre son interesantes. Entre ellos, aparecen frases tópicas y de motivación que gustan aunque resultan poco creíbles. También flaquean por su falta de verosimilitud (a pesar del esfuerzo) las imágenes de la guerra.

En este sentido, es cierto que el relato no es muy creativo, ni tampoco una superproducción. Estamos ante una biografía eficaz, que ayuda a replantearnos los límites éticos de los propios anhelos.

Firma: Carla Sciamma