Sansón

Las páginas de la Biblia, especialmente del Antiguo Testamento, son un filón de historias apoteósicas nunca suficientemente aprovechadas. De todos modos, no es la primera vez que este relato del libro de los Jueces es llevado al cine. Desde la versión de Cecil B. De Mille en 1949, Sansón ha paseado por las pantallas sus largos cabellos, su fuerza descomunal y su tormentosa relación pasional con Dalila.

Esta última adaptación tiene aún más que ver que las anteriores con el cine de aventuras histórico-exóticas, tipo Príncipe de Persia o El rey Escorpión que con el cine propiamente bíblico. Taylor James no es Dwayne Johnson pero asesta las patadas y puñetazos con idéntica eficacia y da el mismo perfil de bruto noble de humor bronco que el último héroe de Jumanji.

Este dato nos basta para calificar este film como un buen producto de puro entretenimiento. Acción, amor y exotismo. Sacrificios y actos heroicos por parte de los buenos y crueldades innecesarias y constantes abusos de poder por parte de los malos (que como desgraciadamente viene siendo habitual, son personajes mejor definidos que los buenos y bastante mejor interpretados, en este caso por Billy Zane y Jackson Rathbone).

Y poco más se puede decir. Las cavilaciones acerca de cómo cumplir la voluntad de Dios tienen cierta entidad y, a pesar de los escasos medios, la ambientación es totalmente creíble. Y, por supuesto, hay un par de despistes bíblico-históricos bochornosos, unas batallas fantásticas aunque con un punto de violencia excesiva y una Dalila, también fantástica, interpretada por una guapísima Caitlin Leahy. No se puede pedir más para pasar un rato estupendo en el cine.

Firma: Esther Rodríguez