De Nicolás a Sarkozy

Rodar sobre cualquier personaje de la actualidad política representa un ejercicio saludable para cualquier democracia. Si, además, el escogido es alguien situado en el ojo del huracán mediático puede resultar apetecible para el público y hasta sabroso para la taquilla. Recordemos The Queen o Il Divo, pero no esperemos ninguna de las dos.

Esta producción, que podría resultar interesante por las miles de controversias que ha suscitado Sarkozy a lo largo de su carrera política y por el juego que podría dar, suspende por tediosa y superficial. Realmente es tan superficial en el tono que crea expectativas de comedia y, cuando ya está el campo preparado para sacar a pasear la caricatura del presidente y de su Bruni, resulta que no. Que va en serio, ni Bruni ni risas ni sátira, simplemente el desesperanzador cuarto de atrás de la clase política antes de unas elecciones. Resultaría un drama total, a no ser por Bernard Le Coq y Samuel Labarthe que en sus papeles de Chirac y Villepine nos hacen sonreír al mostrarnos la ambición al desnudo del pequeño húngaro en su carrera hacia el Elíseo. Algo para olvidar, en el cine y en la vida real.

Firma: Anna Puigarnau