Dioses

La historia del Dr. Religa dio la vuelta al mundo a lomos de una fotografía de la revista National Geographic en 1987. En ella aparecía el médico exhausto tras 23 horas de operación, sentado al lado de su paciente y en medio de un caótico y poco aséptico quirófano. Hasta llegar a ese momento, el primer trasplante con éxito que se realizaba en Polonia, Religa tuvo que emprender una dura lucha contra los elementos que por razones políticas, éticas, técnicas o simplemente temerosas, le impedían implantar las operaciones de trasplante de corazón como recurso terapéutico habitual.

Esta lucha es la que Dioses nos cuenta con todo lujo de detalles. La película arranca a comienzos de los 80, cuando Religa ha vuelto de Estados Unidos y demanda al jefe de su departamento del hospital de Varsovia la posibilidad de realizar trasplantes. Tras su reiterada negativa, acaba mudándose a una ciudad más pequeña para dirigir allí su propia clínica (todavía sin terminar de construir) y rodeado de un equipo de médicos y enfermeras muy jóvenes que le ayudarán, con su despreocupación e inocencia, a lograr su objetivo.

La película tiene un protagonista único: el doctor Religa, interpretado de un modo admirable por Tomasz Kot, quien, por otra parte, cuenta con un parecido más que razonable con el médico auténtico, con lo que la verosimilitud de la historia es aún más eficaz. Acompañando a Religa en sus adversas gestiones, vamos conociendo su intrépido carácter que le lleva, en muchas ocasiones, a pisotear sus relaciones personales, a responder con un genio excesivo a las contrariedades y a rozar el alcoholismo como desahogo. En algunos casos, sorprende el trato que da a los pacientes. Su lucha sincera por salvarles mediante la medicina le obsesiona de tal modo que parece olvidarse de que son seres humanos y como tal debería tratarles.

Por eso, emociona e impresiona aún más la película, ya que al final (y con esto no revelo nada) el triunfo de Religa consistirá, no solo en lograr sus objetivos médicos, sino en aceptar el sabio consejo de su mentor y reconocer sus fallos y debilidades humanas (la escena final con la madre de Ewka supone el mejor testimonio de la grandeza de nuestro protagonista).

El film tiene un guion clásico, ágil y sin vaivenes narrativos. A pesar de la centralidad del personaje de Religa, los secundarios tienen la suficiente entidad como para componer un rico álbum de caracteres, personalidades y ambiciones diferentes, sin caer en tópicos ni en maniqueísmos.

La película refleja también, de modo muy interesante, la realidad de la sociedad polaca en los últimos años de dominio comunista. La agobiante burocracia, el peso del partido, los grupos de poder fuera de la ley o los deseos de cambio de los jóvenes tienen valor en sí mismo, a la vez que envuelven la historia de los trasplantes ayudando a situarla en su contexto histórico.

Dejando aparte el realismo posiblemente mareante con el que se muestran varias de las intervenciones quirúrgicas, Dioses es una película destinada a un público amplio que tenga la inquietud de conocer un importante trozo de nuestro pasado, tanto de la historia de Europa, como de la Medicina y como de los hombres que lucharon por lograr el progreso de la sociedad.

Firma: Esther Rodríguez