Dom Hemingway

Es francamente difícil llegar a descifrar la verdadera intención del director, nacido en N.Y. Richard Shepard (responsable de Matador en el 2005) al urdir la trama de este desaguisado film, ya que suyo es el guión.

A falta de otros supuestos, creemos que simplemente se ha basado en la invención de un personaje chulesco, malhablado, lleno de odio por los cuatro costados debido a su largo pasado carcelario; a continuación le ha buscado, como réplica, un compañero de fatigas con la cabeza, hasta cierto punto, bien amueblada. Como culminación del pastel, un ridículo y acaudalado “capo”, jefe responsable en la sombra de las operaciones que culminaron en los doce años de presidio para Dom Hemingway. Todo ello salpicado de atractivas jovencitas ligeras de ropa para mayor alegría del personal.

Ah… y como guinda del pastel: la mayor colección de tacos, expresiones soeces, desnudos y lacerantes escenas sexuales que hemos visto y oído en los últimos tiempos en una sala de cine.

Algunas de ellas con la gratuita exhibición corporal del protagonista, por cierto con algunos kilos de más y una transformación física ajustada al “rol” de maleante despectivo y jactancioso que interpreta el actor Jude Law en esta vergonzosa cinta.

Pero, mucho cuidado, porque todo lo que sucede en la película podría desprenderse de un argumento realmente dramático y estremecedor. Sin embargo, aquí sucede lo contrario: todo es artificial, deslavazado y grotesco. En resumen, unas facilonas risas para envolver un paquete que, de verdad, es un auténtico drama.

Al final, Dom Hemingway le pide a la hija que no ha visto en doce años: “A partir de ahora, hija mía, llámame papá”. Pero la hija, con evidente tristeza se despide con un significativo “Adiós Dom”…

Nosotros lo compartimos. Adiós Dom Hemingway.

Firma: Joaquín Guitart