El becario

Nancy Meyers (¿En qué piensan las mujeres?, Vacaciones) retorna al terreno de la comedia en la que siempre ha trabajado. Mientras abandona el tono más desinhibido de No es tan fácil, su anterior película, no deja de lado su mirada siempre cómplice con la madurez y con la feminidad en dialéctica entre lo laboral y personal.

Han pasado quince años desde esa exitosa producción protagonizada por Mel Gibson y Helen Hunt –¿En qué piensan las mujeres?– y los tiempos han evolucionado. Ahora Meyers dibuja a la mujer en la cima del trabajo (CEO de una célebre start-up), en cuyo entorno, como en el familiar, se levantan amenazas para la estabilidad de su éxito.

Estas reflexiones ya dan idea de que El becario quizá utiliza esta figura, llevada con discreción y solvencia por Robert de Niro, como excusa para hablar de la mujer que quiere ser, a la vez, madre, esposa y directiva de una empresa. El film arranca con de Niro, el becario en ciernes, como protagonista y foco de la narración. Sin embargo, poco después del primer tercio de película, cambia la perspectiva y se suma la mirada del personaje de Anne Hathaway; lo que provoca algo de desconcierto y una descompensación dramática de la que no se recupera el guion.

Por lo demás, Nancy Meyers sabe dirigir este tipo de orquestas en las que la ambientación -impoluta y casi de manual en la escenografía y el vestuario- y los personajes secundarios (los graciosillos) completan una carrera de clichés actualizados para el espectador habitual de comedias con toques románticos.

No hay que esperar más. Hay momentos más logrados y otros que se sostendrán por la buena voluntad del público. También hay un discurso interesante sobre cómo el hombre y el resto del mundo deben ser más elásticos respecto al rol de la mujer en la sociedad (tanto en la vida laboral como familiar). No obstante, Meyers suena a moralizante cuando intenta poner en boca de hombres las metas a las que no debe renunciar una mujer, como si fueran máximas ineludibles, obligatorias para todas y cada una y poco concordantes con la compleja realidad. Es ahí donde El becario también suena a lo más rancio de Hollywood: ese imponer parámetros desde la cima del Monte Lee tan alejada del mundanal ruido.

Firma: Lourdes Domingo