El Capitán Trueno y el Santo Grial

Nacido de la mano del escritor y guionista Víctor Mora Pujadas en 1956, El capitán Trueno se erigió como uno de los clásicos del cómic en nuestro país y en un auténtico referente para diversas generaciones de jóvenes, que han tenido que esperar más de medio siglo para poder disfrutar de su héroe en la gran pantalla. Pocos minutos necesita, sin embargo, esta decepcionante producción para echar por tierra todas las expectativas creadas en torno a la dimensión del personaje y al prometedor presupuesto con el que se abordó el film.

Al cine español y europeo le está costando encontrar la fórmula de versionar decentemente en la gran pantalla sus propias novelas gráficas, a no ser a través de la animación. Resulta difícil y arriesgado, como ya se demostró con Mortadelo y Filemón o Astérix y Obélix, tratar de capturar a través de la cámara la esencia y el espíritu de un tipo de cómic muy distinto y menos cinematográfico que el norteamericano, aunque las tiras de este famoso caballero cruzado parecían ofrecer la oportunidad de dar con la fórmula para alcanzar el objetivo.

Sin embargo, el director Antonio Hernández (Los Borgia) ofrece una obra pretenciosa en la que prefiere combinar, con recursos muy inocentes y poco sentido del ridículo, una imitación cutre y precaria de las grandes producciones de Hollywood con guiños y homenajes muy simples y desfasados al Capitán Trueno original. Ello, unido a un reparto que aporta presencia (Peris Mencheta, Yarovenko o el eterno campeón nacional de lanzamiento de peso Manuel Martínez), pero de dudoso nivel interpretativo, se le vuelve en contra, y el film adquiere un involuntario cariz de parodia y de Serie B que la convierten en una película absolutamente prescindible.

Firma: Juan Xipell