El día que murió Gracia Imperio

Alumno en sus inicios de la Escuela Oficial de Cinematografía (E.O.C.), este director catalán ha procurado siempre apartarse, en sus películas, de los caminos trillados. Generalmente huye de modas y estilos e intenta reflejar en sus obras un sello propio.

Desde Corazón solitario (1972), La plaça del Diamant (1982), y más de una docena de títulos, su filmografía adquirió especial renombre en 1985 por su película Réquiem por un campesino español, film al que el estamento correspondiente de aquellos años intentó, sin conseguirlo, cambiar el título.

Pero, pese a sus recursos, estamos convencidos de que a Betriu, en este nuevo envite, no le han sobrado demasiados testigos para aportar datos de especial interés acerca de la vida y muerte de aquella, en su época y admirada por sus seguidores, Gracia Imperio.

La mayoría de los empresarios que la contrataron y la hicieron famosa ya no existen. Y por lógica, ha tenido que recurrir, aparte de los familiares del joven amante, a los recuerdos de otras artistas, ahora ya mayores, que compartieron con ella los escenarios de teatros y cabarets de toda España. Una de ellas, Carmen de Lirio, “la supervedette de los ojos verde mar”, quizás otra de las más recordadas de aquel entonces, aparece también en el reportaje como una de las actrices de revista que triunfaron en aquellos años tan difíciles y complicados para el mundo del espectáculo frívolo, en los que la férrea censura y el  estricto control limitaban de modo singular su desarrollo específico.

Al no poder contar con imágenes filmadas de sus éxitos, la cinta tiene que limitarse a la reproducción de viejos programas de mano de aquella época, carteles de deficiente tipografía y ajadas fotos de la artista poco representativas de su proverbial belleza. Quizá, por estas carencias, el reportaje nos sabe a poco. Y por encima de todo la sensación de tristeza que produce una vida desgraciada, después de haber gozado de fama, fortuna y oropeles sin una más positiva y sensata composición de futuro.

Firma: Joaquín Guitart