El misterio de God’s Pocket

El actor John Slattery se pone tras la cámara para filmar su primer largometraje adaptando él mismo una novela de Peter Dexter. Desconozco el texto original y, desde luego, a través del trabajo de Slattery vamos a seguir sin conocerlo, ya que durante todo el metraje nos estamos preguntando qué nos quiere contar exactamente.

A lo que más nos recuerda God’s Pocket es a Ken Loach en sus retratos costumbristas de barrios obreros, pero el aparente desprecio con el que están esbozados sus personajes la aleja de la comprensión con la que el director inglés nos dibuja a los suyos. También tiene algo de Scorsese y sus pequeños mafiosos de barrio, del Tarantino más violento, de las comedias negras sobre funerales que hicieron furor hace unos años e incluso del porno barato de los ochenta. Es decir, un batido de referencias sin ninguna impronta personal y llena de tipos humanos mezquinos con los que es difícil empatizar.

La película cuenta con un reparto de excepción, pero el guion consigue anular el trabajo de sus intérpretes. Philip Seymour Hoffman, en su último papel antes de fallecer, encarna a un desganado padrastro, y arrastra su actuación no sabemos muy bien si por exigencias de la trama o por la hartura de la mediocridad. Y Richard Jenkins, John Turturro y Eddie Marsan son apáticas caricaturas de sus otras interpretaciones.

Al final, nos quedamos con una atmósfera muy bien conseguida gracias a una fotografía opaca y brumosa y con que, gracias a Dios, al menos la película es breve y el desconcierto (por no decir directamente desagrado) solo nos quita 87 minutos de nuestra vida.

Firma: Esther Rodríguez