El otro guardaespaldas

Si eres capaz de cubrirte los oídos para no oír tacos y los ojos para no ver sangre, la verdad es que el film consigue entretener y arranca la carcajada en más de un momento.

El principal acierto de El otro guardaespaldas, indudablemente, es el planteamiento promocional: un cartel tuneado de El Guardaespaldas de Kevin Costner y un tráiler con el inconfundible “I will always love you” de Whitney Houston. Una parodia atractiva y además protagonizada por Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson, que prometía mucho más de lo que, también indudablemente, ofrece en la sala.

Tres elementos juegan en contra del proyecto y se meten goles en propia puerta: un vocabulario exasperantemente soez, una violencia sangrienta y desagradable y un malo desproporcionado para una película que no deja de plantearse como una comedia. Que Gary Oldman lo interprete, estupendamente por supuesto, no hace sino agrandar el despropósito.

A la vez, y una vez cubiertos los oídos y los ojos con un filtro anti-tacos y anti-sangre, la verdad es que el film consigue entretener y arranca la carcajada en más de un momento.

Firma: Esther Rodríguez