El protector

Las carreras de Jason Statham y Sylvester Stallone convergieron en el año 2010, cuando el veterano protagonista de títulos como Acorralado o Rocky ofreció al primero uno de los papeles principales en el proyecto Los mercenarios. Considerado uno de los grandes sucesores de aquel cine de acción que nació de la mano de los Schwarzenegger, Van Damme, Norris y compañía, Statham parece haber recibido con El protector la aprobación definitiva como heredero por parte de su amigo Stallone, que le ha ofrecido el protagonismo de un antiguo guión suyo que, por el paso de los años, no ha podido interpretar.

Al frente del proyecto se ha situado Gary Fleder, autor que convirtió en obra de culto su debut Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto y que, salvo destacables excepciones como El jurado, se ha movido en general en el thriller de segunda fila (El coleccionista de amantes, Ni una palabra).

Stallone y Fleder ofrecen un film a la medida de Statham y de sus seguidores que, sin embargo, introduce matices en el personaje tipo interpretado hasta la fecha por este exdeportista olímpico. El protector deja de lado los ambientes urbanos, los coches rápidos y lujosos, los trajes y ese espíritu de antihéroe solitario que ha acompañado al actor en la mayoría de sus películas, y propone un western moderno (con la clásica premisa del forastero mal recibido) en el que Statham es un viudo padre de familia con menos ganas de bronca de lo habitual, pero con la facilidad de siempre para encontrar problemas (y para resolverlos a su manera).

La forma no cambia en exceso el fondo, y la película no deja de ser un entretenido vehículo de lucimiento para las habilidades del protagonista de Transporter, esta vez, eso sí, con cierta atención por la dimensión dramática (muy ligera y convencional, pero pasable) de la historia. Por su parte, el reparto incluye un buen elenco de rostros conocidos en papeles que no dan de sí más que el propio film, pero que ayudan a una propuesta poco memorable pero suficiente para el espectador que conozca sus pretensiones y posibilidades.

Firma: Juan Xipell