El reino de los monos

El actor Jamel Debbouze debuta en la dirección y en el guión con una adaptación de la divertida novela ¿Por qué me comí a mi padre? (The evolution man), que Roy Lewis publicó en 1960.

En la escritura de Debbouze se elimina el tono más irónico del libro desde el punto de vista filosófico y político. Aunque hay apuntes en este sentido, seguramente el hecho de que el film sea de animación haya atenuado estos rasgos que hacían de la obra de Lewis una inteligente y cómica perspectiva desde la que evaluar nuestra idealización del progreso.

En El reino de los monos mantiene como trama central la evolución del primate hacia actitudes y actividades propias del hombre: pasar de las cuatro a las dos patas, el hallazgo y uso del fuego y, en especial, el descubrimiento de la afectividad integrada en un compromiso a largo plazo.

La película de Jamel Debbouze no pretende ser un tratado científico, sino un relato figurado (pero basado en algunos datos) en el que se pone de relieve el valor imprescindible del que parece débil desde el punto de vista físico (genético). También se destaca la importancia de la familia, de cooperar y confiar en el grupo (la sociedad) y de considerar a todo ser como un igual sin segregar ni actuar bajo prejuicios.

A pesar de todos estos aspectos y de un ajustado uso de la técnica de captura de movimiento que pueden entretener y ofrecer una buena historia a los más pequeños, El reino de los monos incide en algunos momentos dramáticos y mantiene ese matiz de antropología social y política que la sitúa en una zona intermedia entre el niño y adulto. Aunque incluye unas pocas bromas anacrónicas que desentonan del estilo y no aportan mucho, al menos Debbouze apuesta por un guión menos esquemático que otras propuestas de animación.

Firma: Lourdes Domingo