El último traje

Una historia de reencuentros y amistad en el presente pero con origen en la II Guerra Mundial, bien interpretada y con una excelente partitura musical.

Es este el segundo largometraje de Pablo Solarz como director, después de Juntos para siempre y cinco como guionista (Me casé con un boludo, Sin hijos, Historias mínimas…).

Aquí estamos ante una película reconfortante pese a su evidente truculencia argumental aunque, posiblemente, en su contexto, más adecuada para un trato televisivo por capítulos por sucesivas secuencias en las que la sensibilidad comparte fronteras con cierta ternura, más folletinesca que real.

Encabeza el corto reparto el actor argentino de ascendencia española Miguel Angel Solá, con una importante filmografía en su haber (más de 50 títulos), y una más que sobresaliente actividad teatral y televisiva, tanto en su país de origen como en el nuestro, con el logro de destacados premios que valoran el largo transcurso de su amplia carrera profesional.

Sin duda, esta última actividad resulta marcadamente visible en su faceta cinematográfica, aunque con cierta sobreactuación que resta una pizca de credibilidad a su obsesionado personaje. También es de justicia añadir, por el contrario, que su denodado interés en reencontrarse con quién fue valiosa compañía y ayuda en momentos muy duros de su vida es el principal leitmotiv argumental. Es este un matiz de gran trascendencia en la cinta y que, por añadidura, deberíamos fomentar en nuestro trato con los demás.

La actriz Ángela Molina, en un corto rol hecho a su medida, demuestra una vez más su innegable personalidad y encanto. Y no nos olvidemos de la brillante partitura musical de Federico Jusid, que apoya con trascendental acierto esta nueva oferta cinematográfica.

Firma: Joaquín Guitart