Eva

Ópera prima, en largometraje, de Kike Maíllo, un realizador publicitario que también ha dirigido una serie de animación para adultos en TVC, Arròs covat. Precisamente en ella ha trabajado con algunos de los guionistas de este film.

Las referencias temáticas obvias a películas o relatos de tipo prometeico no molestan. Todos sabemos que el relato de Mary Shelley permite muchas adaptaciones, que este año se celebra el décimo aniversario del estreno de Inteligencia Artificial de Spielberg y que Blade runner y “todos esos momentos se perderán en el tiempo” es un clásico del ansia de eternidad.

Todo eso está en Eva, nombre de reminiscencias genealógicas, pero está con personalidad propia. Una escenografía y dirección artística con carácter, que recurre a emplazar la historia en un futuro vestido de pasado o de presente reciente, envuelta en una fotografía que consigue la atmósfera deseada, entre la intriga escondida a plena luz y el drama personal que emerge del pasado.

Por otra parte, lo argumental recupera muchos ítems clásicos como la figura del científico que quiere traspasar los límites y que se ve enredado en las consecuencias trágicas de su ambición; o el deseo del recuerdo, la memoria y el afecto por parte de la máquina que quiere ser como el hombre; la maternidad y la paternidad no biológicas y temas similares confluyen para aportar interés a un film de género pero de público amplio.

Además, la integración de los retoques digitales dentro de una mayoritaria presencia física en plató (el gato Gris o el prototipo SI-9 se mueven dentro del espacio de los personajes) consigue un efecto más cercano y verídico que otras propuestas del estilo.

Firma: Lourdes Domingo