Freeheld

Con el augurio de “basado en hechos reales”, Ron Nyswaner y Peter Sollett despliegan una pancarta con ropajes de película. Nyswaner ya fue responsable de un guion (Philadelphia) que marcó un punto de inflexión en cómo Hollywood se aproximaba a la cuestión del SIDA y, de modo colateral, a la de la homosexualidad. Ahora, pasados unos cuantos años, la supuesta meca del cine abraza la cuestión como propia y con un sometimiento que evidencia, claramente, el viraje de los grupos de presión.

En este sentido, Freeheld se convierte en un relato atado no sólo a una supuesta crónica reciente, sino a un mensaje ideológico que hace mella en no pocos aspectos narrativos y arrolla y atropella los aspectos artísticos del film.

Por un lado, el arranque es apresurado, sobre todo en el modo en que se construye una relación que tiene que ser la base y fuerza del conflicto. De ahí que Nyswaner –que bordó el dramatismo en El velo pintado– tenga que buscarlo aquí en recursos de lágrima fácil a modo de telefilm. Y por otro, la película se contenta con cerrarse en lo cronológico y en la estrategia de los activistas, sin entrar en matices o precisiones legales ni en cuestiones antropológicas que suscitan más interés.

La suerte de Sollett es que cuenta con unas cuantas caras conocidas que no defraudan, mientras sostienen unas caracterizaciones tópicas a las que les falta mucho trabajo y definición.

Firma: Lourdes Domingo