Grand Canyon (El alma en la ciudad)

Brillante film de otro innovador del cine americano, antiguo guionista del binomio Lucas-Spielberg y director de Silverado, Reencuentro y El turista accidental. Aquí, Lawrence Kasdam -premiado con el Oso de Oro del Festival de Berlín- desarrolla su buen hacer fílmico en un agudo retrato de cierta sociedad USA actual, donde con una serie de anécdotas de la vida sentimental y profesional de los protagonistas articula todo un juicio crítico y asimismo testimonial de diversos estratos estadounidenses: desde la pobreza, violencia y racismo de los ghettos hasta la acomodada vida de un abogado de alto standing, pasando por la actividad de un frívolo productor de Hollywood, así como las repercusiones morales en los hijos y personas que circundan tales células familiar y sociales.

La realización, con un montaje alternante que va relacionando las diferentes historias aparentemente inconexas, posee una estructura narrativa original y sugestiva. Una vez más, con el cuidado guión y la eficiente interpretación, se evidencia la supremacía del cine norteamericano a la hora de contar historias. Con todo, en ese estudio de mentalidades les ha faltado a los Kasdan una mayor profundidad y altura intelectual: saber a dónde van los personajes, qué quieren y cómo alcanzar esa meta de felicidad dentro de una ética que trascienda los meros sentimientos y el materialismo de la sociedad de consumo en la que viven inmersos.

El film, asimismo, contiene algún detalle erótico-exhibicionista, varias expresiones soeces y un tono amoral que, en parte, quedan compensados por los valores humanos que también destilan sus imágenes: desde el ansia de maternidad al sentido de la amistad. Su esperanza en la familia y en la Naturaleza -de ahí la significativa visita final al Gran Cañón del Colorado- queda corroborada por las declaraciones del realizador, con motivo de la presentación de su película en Berlín´92: “La familia es una unidad celular muy importante en la sociedad. Creo que los chicos deben ser instruidos por una familia, porque si no, van a la deriva. La familia es la última alternativa y esperanza para este mundo. Aunque lo tenga todo en contra. Porque si lees la prensa ves que no hay ninguna razón para la esperanza, para confiar en el futuro. Pero siempre la hay. Por las personas. Por el corazón”.

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