Happy family

Happy family es una confesión disfrazada, un diario oculto, una comedia que habla del miedo a ser feliz, a enfrentarse a lo desconocido Una comedia que cuenta la vida como si fuera una película. O quizá una película que cuenta la vida como si fuera una comedia.

El napolitano Gabriele Salvatores, director de este film, con gran experiencia en sus inicios en el sector teatral, comenzó su carrera cinematográfica en el año 1989 con el film Marrakech Express, al que siguieron más de 15 títulos. En 1992 consiguió un Oscar a la Mejor Película Extranjera con Mediterráneo. Posteriormente al que hoy nos ocupa, en 2011 dirigió Un solo sguardo y Educazione Siberiana el pasado año 2013, protagonizada por John Malkovich.

Ahora nos llega, ciertamente con retraso, esta Happy family de Salvatores con evidente regusto de la obra de Pirandello en la que está inspirado el guión (Seis personajes en busca de autor).

Si analizamos, precisamente, los personajes que componen esta “familia feliz” al mismo tiempo que lo hace el supuesto guionista en la propia cinta, llegamos a la conclusión de que cada uno de ellos podría ser uno de nuestros vecinos del piso de arriba. O del de abajo. Con sus virtudes y sus defectos, sus manías y sus convicciones; gente normal que, en el transcurso de su existencia y por supuesto en el contacto familiar, disimulan sus carencias y se jactan de sus valores personales.

En el momento en que las dos familias se cruzan, por decisión del mencionado escritor en aras de brindar un final distinto a la obra, estas peculiaridades se muestran a la luz, sin tapujos ni segundas intenciones, aportando en cada caso sentimientos y valores personales que dan el verdadero sentido a su, hasta entonces, complicada vida personal y familiar.

Pese a que el tema ofrece atractivas posibilidades -puesto que el análisis del comportamiento humano con los demás siempre se presta a un estudio profundo- el guión deriva hacia el logro de la sonrisa fácil, dejándose en el tintero la percepción de mejores ambiciones. Y es que está bien inspirarse en el siciliano Pirandello, pero interpretarlo, sin duda, cuesta algo más.

Firma: Joaquín Guitart