Independence day

Espectacular película de ciencia-ficción, dentro de la línea de los clásicos del género hollywoodiense. La guerra de los mundos, Ultimatum a la Tierra… e incluso La guerra de las galaxias, pero con un tono político claramente propagandístico. De ahí que este comercial filme del especialista Roland Emmerich (Stargate) contenga una doble lectura. A nivel de significante, no cabe duda de que Independence day es una obra espléndida, que ya ha impactado al público mundial. Negarlo, por razones ideológicas, sería deshonesto; mentir, en una palabra.

Su bajo coste de producción, 9.000 millones de pesetas -han bajado el presupuesto al no contratar a ninguna de las grandes “estrellas” (que cobran unos 2.500 millones por película)- fue ampliamente cubierto en la primera semana de exhibición en Estados Unidos, recaudando 12.600 millones en seis días; cifra que ha batido el récord en taquilla de que gozaba Terminator II. (En España, por ejemplo, en la semana de estreno ya la habían visto más de un millón de espectadores). Todo un éxito para la 20th Century Fox.

Obviamente, sus efectos especiales y sonoros son extraordinarios, con impresionantes secuencias catastrofistas en la línea de la también exitosa Twister (Jan de Bont, 1996). Asimismo, posee una notable interpretación, a cuyo eficiente reparto hay que añadir a Bill Pullman, que destaca como el apuesto presidente norteamericano, un personaje bastante parecido a Bill Clinton (quien, en plena campaña electoral, recomendó la película; al tiempo que el candidato republicano, Bob Dole, la alabó por fomentar los valores patrióticos).

El relato también contiene diversas historias de amor colaterales, que contribuyen a dar mayor humanidad y entidad dramática a la sencilla narración.

Pero en cuanto al significado, a Independence Day, en mi opinión, cabe hacerle reservas. Me explicaré en síntesis. La ideología aparente del filme es la aventura de las fastasiosas invasiones extraterrestres, la lucha contra los alienígenas (?), la defensa de la paz y de la libertad de los humanos o el peligro del fin del mundo. Y, según las revistas Time y Newsweek, manifiesta la obsesión que tienen muchos norteamericanos por los fenómenos paranormales. Mientras, la ideología latente parece mostrar que los valores correctos son los de la democracia norteamericana: el “American way of life” que propaga el filme.

A la vez que se presenta a Estados Unidos como verdadero árbitro del mundo, de todos los países unidos “incluso el Irak” contra el único enemigo común, que viene de fuera del planeta. Y así, bajo la égida yanqui, incide en la unión de las razas y mentalidades “del judío al negro, desde los WASP a los hispanos…”, superando las barreras e idiosincrasias ayer y hoy existentes. ¡Por algo la victoria será en el histórico Día de la Independencia!

Todo ello está expuesto de forma indirecta y se descubre tras una segunda y atenta lectura de la película. Un filme que, a pesar de lo dicho y de la oposición de la crítica que lo ha tachado de fascista, colmará los gustos del gran público al que va primordialmente dirigido. Un público popular que sólo va al cine a divertirse, a “soñar despierto” y no a intelectualizar o leer entre líneas Independence day.

Firma: Redacción