Jimmy P.

Con este nuevo título, el galardonado director Arnaud Desplechin se sumerge en el complicado terreno de la psico, con la garantía de haberse basado en un hecho real que el propio Georges Devereux -interpretado en la película por el actor francés Mathieu Amalric- relató en su libro.

Jimmy P. es, en su desarrollo fílmico, una cinta dura desde un buen inicio. Pero ello no es óbice para que no se siga con interés el especial tratamiento empleado por el doctor antropólogo en su intento de penetrar hasta lo más íntimo en el subconsciente del protagonista, interpretado por el reconocido actor Benicio Del Toro, presente en todo el metraje del film con su personalidad y corrección habituales.

Pese a que el tema en sí –dramáticos vestigios de las contiendas armadas del pasado siglo- ha sido exhaustivamente tratado por las productoras cinematográficas norteamericanas y europeas con más o menos profundidad, la diferencia en este caso reside en la transcripción en imágenes de unos hechos reales dedicados a la reconstrucción anímica y sensorial de la psique del antiguo combatiente nativo.

Aquí es del todo obligado hacer justa mención del papel que corresponde al propio autor del libro y doctor George Devereux, en una interpretación a cargo del actor francés Mathieu Amalric, genial en todos los sentidos y que, con todo merecimiento, habrá de tenerse en cuenta a la hora de adjudicar distinciones. Sus periódicos diálogos con Jimmy, como si de simples amigos se tratase, en aras de llegar a lo más profundo de su problemático interior, son un portento de afectivo calor humano, capaces de derribar las barreras más complicadas y los recovecos del alma más profundos e intrincados.

Una demostración de que, en ocasiones, buscando nuevos caminos, revestidos de mayor proximidad y ternura, pueden alcanzarse óptimos objetivos difíciles de lograr siguiendo caminos trillados. Esta película es un buen ejemplo.

Firma: Joaquín Guitart