Juego de ladrones. El atraco perfecto

El actor cinematográfico escocés Gerard Butler, aunque también con algunas importantes incursiones en la escena teatral londinense, es en esta ocasión el dueño absoluto de todos los minutos de esta nueva producción norteamericana.

Dentro de su carrera actoral es de justicia destacar Un ciudadano ejemplar (2009), Objetivo: la Casa Blanca (2013) y Objetivo: Londres (2016); esta última dirigida asimismo por Christian Gudegast, responsable del nuevo film. Y como curiosidad, la aparición de Butler en un breve papel en Mañana nunca muere (1997), un clásico James Bond de aquella época.

Su implicación interpretativa en la larguísima trama que hoy nos ocupa es absoluta y total, hasta el punto de que “él es la película”. Butler acapara todas y cada una de las violentas escenas que la pantalla nos muestra, como protagonista absoluto, llevando al espectador a un dislocado cóctel de pólvora (hay mucha a lo largo del metraje), hasta la posible necesidad de hallar un contrapunto de delicadeza, que no llega ni por casualidad en las largas dos horas y media del film.

El director, Christian Gudegast, nacido en Los Angeles, intenta inculcar un sentido dramático a una película sobrecargada de violencia, pese a que visto el resultado solo consigue que no apartemos los ojos de la pantalla, sin que ello implique una declarada atención al contenido real del film. El doble título no engaña.

Un público amante de la violencia y del alarde del uso de las armas como recurso fácil para la adquisición de bienes públicos encontrará en Juego de ladrones todos los alicientes. Y todo ello activado por la búsqueda dineraria de gran calado, en un mundo donde la mujer solo sirve de atractivo sensual. Sin más. De verdad, sobran minutos.

Firma: Joaquín Guitart