La cabaña

La cabaña es una película de factura correcta y cuenta con un reparto de nivel, pero el guion es denso y difícil de digerir.

Basada en la novela de William Paul Young, que fue todo un éxito en 2007, con más de quince millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, la película se atreve a adaptar el mismo argumento: el encuentro de Mack, un atormentado padre de familia, con la Santísima Trinidad.

La cabaña cuenta con un reparto de nivel, con Sam Worthington (Avatar) y Octavia Spencer (Figuras ocultas, Criadas y señoras) a la cabeza, en el papel de Dios, que le va como anillo al dedo. Como producción americana que es, tampoco hay nada que reprochar a la fotografía, a la puesta en escena ni a este reparto que tan bien transmite sus personajes. Sí que se les va un poco la mano con una iluminación deslumbrante y una música demasiado persistente en acentuar cada emoción.

En Estados Unidos ha logrado 80 millones de taquilla, acogida difícil de igualar en salas como las nuestras partiendo de un concepto tan profundo, que resulta un misterio para los mismísimos creyentes. Era un reto complicado rodar un libro así. Lamentablemente, a la adaptación le faltan recursos para mostrar cinematográficamente un guion tan recargado de diálogos densos y temas tan profundos, que se verbalizan por completo en pesados discursos.

En definitiva, es una propuesta audaz y loable, pero le sale el tiro por la culata. Quizá se acercaría la misma temática al público con la lectura de la novela o a través de obras más sutiles, como la serie El Decálogo de Kieslowski.

Firma: Begoña Arribas