La correspondencia

¡Ojo al dato! Estamos ante una película dirigida por Giuseppe Tornatore y, además, con el valor añadido de la autoría del guión. Un verdadero genio por su extraordinaria sensibilidad al haber recreado momentos estelares de la historia del cine. Su Cinema Paradiso ha traspasado todas las fronteras, convirtiéndose en una obra de auténtico culto para los amantes de la gran pantalla.

Nacido en Bagheria (Palermo), el siciliano Tornatore inició su andadura profesional como fotógrafo y documentalista, circunstancia que ha dejado huella en una gran parte de sus obras. Debutó como director de largometrajes a los 29 años con el film El profesor, aunque fue en 1989 cuando su nombre adquirió justa fama con la mencionada Cinema Paradiso, galardonada con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.

Adelantemos que ahora, con La correspondencia, estamos ante una obra que no desvirtúa, sino añade nuevos méritos a los muchos que su longevo director ha acumulado a lo largo de su carrera.

A la excelente cámara de Zamarion, comedido en los interiores y significativo en destacados planos exteriores, le da bellísimo apoyo la extraordinaria partitura del genial compositor italiano Ennio Morricone (justa estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood); con quien Tornatore lleva colaborando desde hace más de 25 años, y que aporta otra señalada baza para la expresividad romántica de algunos de los más logrados pasajes de la obra.

Y los actores. Hay que descubrirse ante la veteranía de Jeremy Irons, sublime, romántico y profundo en los primeros metros de la cinta, donde aparece “in person”. Y justamente emocionados por la auténtica heroína del film: la joven actriz Olga Kurylenko (antigua chica Bond) con un ajuste anímico de excepción en todo el metraje de la película, donde su presencia es constante y absoluta.

Quizá La correspondencia, en síntesis, no sería más que una nueva versión, una muestra, actualizada eso sí, de un romántico amor entre un profesor y su joven alumna. El tema, bajo esta perspectiva, no tendría muchos visos de originalidad.

Pero Tornatore ha rizado el rizo: ante la imposibilidad de que este amor se desenvuelva por cauces vitales habituales, ha puesto en solfa la inclusión de las nuevas tecnologías que permiten la persistencia más allá de las fronteras de la vida. Algo parecido a las estrellas supernova que, ante nuestros ojos, siguen brillando en el firmamento pese a haberse extinguido hace millones de años.

Firma: Joaquín Guitart