La librería

Con esta nueva obra, Coixet vuelve a presentar un drama que habla sobre las ganas de vivir de sus protagonistas y, esta vez, de vivir para ver cumplidos sus sueños.

La película camina sobre tierra firme, mientras nos sumerge en unos años 50 muy bien retratados en un pueblo inglés muy conservador. Todo lo que plasma es preciso y cuidado. Casi a tiempo real, seguimos los diálogos que suceden en casas nobles, en habitaciones pequeñas y acogedoras o en fríos exteriores. La fotografía, el vestuario y la ambientación no son las únicas que ayudan a zambullirse en la historia, sino también unas canciones y banda sonora perfectamente ejecutadas por Alfonso de Vilallonga (Blancanieves).

De esta manera, resulta sencillo acercarse a la intención didáctica que transmite el film y enamorarse o redescubrir la literatura. La librería está plagada de referencias justamente literarias que, al igual que narra la novela, aportan guiños efectivos a lo largo del guión.

Aunque todo esto tampoco sería posible sin la buena interpretación de Emily Mortimer (Lars y una chica de verdad, Match point), al que su papel de Florence le va como anillo al dedo. Parece que no le suponga esfuerzo transmitir esa seguridad que determina a una mujer con el coraje y la bondad de alguien que nunca ha roto un plato. Del mismo modo, Bill Nighy (Love Actually, El nuevo exótico Hotel Marigold, Cuenta atrás), en un comedido rol, muestra su grandeza ante la cámara con muy pocas palabras. En su personaje recae el peso de acompañar a Florence y lo hace magistralmente.

Con ellos, Isabel Coixet nos encauza a una doble lucha. Por un lado, la defensa de la cultura y lo que ella representa. Y por otro, nos anima también a defender la verdad y lo correcto. Y con firmeza remarcamos que estamos ante un bonita historia, que nos deja un relato sobre el coraje de una mujer que lucha por un sueño noble.

Firma: Carla Sciamma