La noche que no acaba

Las vidas de los mitos suelen estar marcadas por turbulentas experiencias vitales, frustraciones, amarguras, desilusiones y complejas y atormentadas personalidades derivadas, casi siempre, del mismo mundo que los ha convertido en leyendas. El caso de Ava Gardner, una de las figuras más grandes y carismáticas que ha dado Hollywood a lo largo de su historia, no se aleja demasiado de estos parámetros. Hastiada de su condición de estrella, de su bipolar idilio y matrimonio con Sinatra, de la opresión e imposiciones de los estudios cinematográficos y de su constante lucha contra el denigrante título de “animal más bello del mundo”, encontró en la por entonces desconocida y cerrada España, su particular refugio.

Isaki Lacuesta reconstruye el paso de la icónica actriz por el país, marcado por su desequilibrada vida nocturna, su pasión por algunas de las tradiciones más características de la tierra, sus romances y una curiosa identificación de su propia historia con la de España, y lo hace a través de testimonios que vivieron en primera persona las vivencias de Ava, personajes poco conocidos, casi anónimos, que elaboran un retrato interesante, cercano y muy humanizado de la intérprete. La cinta aporta, igualmente, una importante cantidad de documentos fílmicos y materiales de archivo muy ilustrativos con los que el director construye de un modo inteligente una narración que se convierte en un original diálogo de la propia protagonista consigo mismo, aunque en algún momento le sobra creatividad y le falta sencillez.

Por otro lado, adentrarse en las vidas de personalidades de este tipo, implica con frecuencia un inevitable encuentro con excesos y frivolidades que, en el documental, son tratadas con buen tacto en general, aunque cabe advertir que en ciertos momentos el director cae en facilidades y cede en su intención de no producir una crónica rosa sobre las estancias de la actriz en España. Aun así, trata de un estudio muy interesante de la actriz y, también, de la sociedad española de la época, que gustará a los amantes y nostálgicos del cine clásico, a mitómanos y, por supuesto, a los más incondicionales admiradores de Ava.

Firma: Juan Xipell