La otra América 

Entrañable película del serbio Goran Paskaljevic, uno de los grandes realizadores de la ex-Yugoslavia. Nacido hace 50 años, su padre era director de la Filmoteca de Belgrado y él cursó cine en la famosa Escuela oficial FAMU, formando perte del Grupo de Praga, con el bosnio Kusturica (también instalado en USA), Karanovic y Markovic (Tito and Me). Su presentación en España (tras cosechar premios internacionales y haber realizado una decena de cintas) ha sido con este importante filme, que obtuvo la Espiga de Oro en el Festival de Valladolid y el Premio del Público en Cannes’95.

Rodado en escenarios naturales y co-producido por cuatro países europeos, su puesta en escena es notable; evidencia un maestro tras la cámara. Combinando el realismo documental con cierto onirismo tragicómico, no exento de poesía y amable crítica social, su delicada obra posee enorme fuerza visual y sentimental, llegando a consternar solidariamente al espectador. La gran interpretación de su cuadro de actores (desde el italiano Tom Conti y el montenegrino Miki Manojlovic, uno de los actores más prestigiosos de la antigua Yugoslavia, quien trabaja junto a su madre, la también actriz Zorka Manojlovic, hasta la española María Casares, por no citar más), conlleva a un agudo estudio de mentalidades que provocará la reflexión del público intelectual, a quien primordialmente va dirigida La otra América.

Un título que nos rememora el best-seller de Michael Harrington sobre el problema de la pobreza: The Other America (1962), el cual obligó al presidente Kennedy a presentar al año siguiente su programa contra la pobreza. Someone Else’s America (su significativo título original, pues está hablada en inglés, serbio y castellano, viene a ser la otra cara del sueño americano, la de aquellos perdedores los dos principales protagonistas, y sus respectivas madres) que no han triunfado ni se han adaptado en Estados Unidos; al contrario de Luka, que trepa con habilidad. “Alonso y Bayo -dice el propio director- poseen un cierto heroísmo; son héroes en un entorno miserable y eso siempre me emociona. Siento los problemas de Bayo en mi propia carne; yo también soy emigrante. Me siento sin hogar, aunque en este momento mi hogar está en La otra América y mi próxima película será otro hogar”. Fábula que ofrece un retrato multirracial de una sociedad en crisis donde conviven hispanos, italianos, griegos, chinos… y emigrantes todos de los países del Este europeo. Y la cual sirve a Paskaljevic para brindar un inteligente canto, tierno y nostálgico a la vez, sobre su desaparecido país (como Emir Kusturica, en su duro Underground, pero sin tantas pretensiones intelectuales y estéticas), al tiempo que sabe evitar los discursos y las obscenidades en que incurre su coetáneo (sólo contiene una breve escena erótica, salvada al final).

Todo ello es mostrado con inteligencia y sentido del humor, pese a la escapada hacia la fantasía de su simbólico desenlace. De ahí que el realizador serbio se manifestara así: “En Estados Unidos, y sobre todo en un lugar como Brooklyn, los emigrantes asiáticos y los italianos tienen organizada su comunidad, mientras que los de otros lugares, como los yugoslavos o los españoles, se sienten muy solos. De todas formas, quiero recalcar que yo no he querido hacer una historia social sobre la emigración, sino una película intimista sobre el desarraigo y la amistad. Además, creo que los problemas sociales se pueden expresar mejor a través de las películas intimistas que del cine político”.

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